OLIVER DRAKE
El zumbido de los servidores llenaba la sala con su usual vibración constante, pero esta vez no me molestaba. No con ella tan cerca.
Tiffany estaba de pie, revisando unas líneas de código en la pantalla gigante, con el ceño ligeramente fruncido. Su cabello caía suelto sobre los hombros, y su concentración era... sexy. Jodidamente sexy.
—¿Y entonces? ¿Funciona la red espejo o no? —preguntó sin voltear, con ese tono burlón que me desarmaba.
—Funciona —respondí, dando un paso más hacia ella—. Pero hay algo que no me deja concentrarme.
Tiff se giró lentamente, apoyándose contra el escritorio.
—¿Qué cosa?
—Tú.
Sus cejas se alzaron y una sonrisa ladeada apareció en sus labios. Pero antes de que pudiera burlarse, acorté la distancia y la besé.
Fue lento al principio. Suave. Un roce para probar si ella también lo deseaba.
Lo hacía.
Sus dedos se aferraron a mi camisa, tirando de mí, profundizando el beso. No había nada que me protegieran de ella. Éramos solo dos cuerpos latiendo a