ETHAN GARDNER
El sol caía suave sobre la ciudad. Olivia reía a mi lado mientras caminábamos por la acera, con las manos entrelazadas, rumbo a nuestra cafetería favorita. Esa pequeña esquina con aroma a café tostado y jazz suave de fondo. Su vestido se movía con la brisa, y su sonrisa era todo lo que necesitaba para sentirme bien. Tranquilo. Limpio.
—¿Qué miras? —preguntó con una ceja alzada, divertida.
—A ti —respondí sin pensarlo.
Ella rió bajito, y se apoyó en mi brazo con esa ternura que me desarma. Olivia tenía esa forma de mirar que me hacía olvidar el mundo. O casi.
Porque justo al girar la esquina, el mundo decidió recordarme que no todo estaba olvidado.
—Pero qué sorpresa… —dijo una voz familiar, ácida, casi dulce, pero con veneno debajo—. Ethan Gardner en persona.
Me detuve. Todo mi cuerpo se tensó al instante. La voz, ese tono… no podía ser.
Me giré.
Y ahí estaba.
Eydan.
Parado como si fuera dueño de la calle, las manos en los bolsillos del abrigo caro, la sonrisa torcida, e