ASHTON GARDNER
Me quedé solo frente a la puerta.
La puerta que separaba mi mundo… de la muerte.
Detrás de ella estaba Lissandra.
Mi esposa.
Mi amor.
La mujer que me había protegido con su propia vida.
La enfermera salió en silencio. Solo asintió con una pequeña sonrisa, y dejó la puerta entreabierta.
Entré sin respirar.
La habitación olía a alcohol, a desinfectante, a frío.
Y ella…
Estaba ahí.
Conectada a máquinas.
El suero goteaba lento. Y una bolsa de sangre le daba la fuerza que necesitaba para resistir todo lo que había pasado.
El pitido constante del monitor marcaba el ritmo de algo que no podía ver.
Su pecho subía y bajaba con ayuda de un respirador.
Su piel, pálida. Sus labios, apenas rosados. Sus párpados cerrados.
No me atreví a acercarme al principio.
La contemplé desde la distancia.
Era ella… y no era.
Mi Liss, tan frágil. Tan pequeña.
Tan fuerte para haber sobrevivido.
Caminé hasta su lado. Me senté sin emitir ruido.
Temía que un suspiro la lastimara.
Le tomé la mano.
Esta