ASHTON
Había algo en el silencio de la sala que me helaba el pecho.
Desde que Liss abrió los ojos, mi alma volvió al cuerpo, pero no terminaba de sentirme completo.
Faltaba algo. O mejor dicho, alguien.
Erick.
Mi pequeño. Mi torbellino. Mi alegría.
No lo veía desde aquella noche. Desde… el disparo. Desde el caos.
Y cada día que pasaba sin su voz, sin sus risas, sin su manito tocando mi cara en la madrugada, era un día más en el que el peso de la culpa se me hundía en el pecho.
No quise que viniera.
No podía permitir que viera a su madre llena de tubos, dormida, tan frágil.
No me parecía justo.
Pero ahora… ahora Liss estaba despierta. Pálida, débil, pero viva. Con esa mirada que todo lo cura.
Y William me escribió un mensaje:
"Erick preguntó. Ya lo sabe. No con detalles. Pero lo sabe. Y quiere verla."
“Tráelo, Liss ya está mejor”
Miré a Liss. Dormía profundamente.
Su respiración era lenta, tranquila. El suero goteaba a su ritmo.
Me acerqué y le besé la frente.
— Te amo tanto.
Pasaron l