WILLIAM FOREST
El aire de la ciudad olía a secretos mal enterrados. Las luces de la avenida rebotaban en los vidrios empañados del edificio desde el que observaba, con los brazos cruzados y los ojos fijos en la puerta trasera del hotel. Estaba en modo cazador.
Gisella había cometido un error. Uno pequeño. Pero conmigo, uno era suficiente.
No debí haber tardado tanto en seguirle el rastro. Era buena. Astuta. Demasiado para una simple exmodelo venida a menos. Antes de que Ashton me pidiera cazarla, yo ya estaba en eso. Ya la estaba observando. Ella sabía que alguien iba tras ella. No era tonta. Sabía Ashton no dejaría pasar esto.
Lo confirmé cuando cambió su peinado, su perfume y hasta su forma de caminar. Las cámaras de seguridad de hace dos días lo mostraban claro: sabía que estaba siendo cazada. Y eso me hizo sonreír. Nada mejor que una presa que se resiste.
Me deslicé por la escalera de incendios del edificio contiguo, bajando como un fantasma. Ya no necesitaba más vigilancia. Era h