LISSANDRA
El aroma a café fue lo primero que me despertó.
No el ruido de la cafetera. No pasos. Solo… ese olor cálido, familiar, reconfortante, como si el amor tuviera fragancia.
Parpadeé despacio, con la luz del amanecer apenas colándose por las cortinas.
Y entonces lo vi.
Ash estaba apoyado en la pared, mirándome, con una taza humeante en una mano y una sonrisa suave, de esas que solo le había visto a las seis de la mañana… cuando despertaba después de una noche de amor.
—Buenos días, señora Gardner —murmuró.
—¿Desde cuándo te levantas antes que yo?
—Desde que recordé que no te había dado el desayuno en la cama por ser tu cumpleaños, así que quise hacerlo ahora —respondió, caminando hacia mí.
Me incorporé un poco, con la manta hasta el pecho. Él se sentó a mi lado, apoyando la taza sobre la mesita y pude notar una bandeja con fruta, un sandwish, unos pastelitos y una rosa. Luego me besó la frente.
—Dormías tan tranquila que no quise molestarte.
—No molestas. Me encanta despertar con