ASHTON GARDNER
Bajé las escaleras en pijama, con el cabello aún revuelto, los labios hinchados por besar demasiado a mi mujer —si es que eso existe— y una sonrisa de idiota enamorado grabada en la cara.
La noche había sido perfecta.
La mujer que amo dormía agotada en nuestra cama, desnuda entre las sábanas que aún olían a sexo y caricias después de hacerle el amor esta mañana, y yo bajaba como el hombre más feliz del mundo…
Hasta que lo vi.
Ahí estaba. Ethan Mi primo. Mi desgracia. Mi dolor de cabeza.
¡¡En boxers!!, una polera mía, despeinado, y con el descaro de estar… preparando café en mi cocina como si no hubiera interrumpido en mi habitación mientas Liss estaba desnuda debajo de mí con su estúpido “¡Ups!”
—Buenos días, Romeo —dijo con sorna, sin mirarme, mientras se servía una taza—. Dormiste bien, ¿eh? Se escucharon cosas. Felicitaciones, por cierto. ¿Qué comiste anoche? ¿Lissandrita con salsa picante?
Respiré hondo.
—Te dije que hoy te mataría, ¿recuerdas? Que haces vistiendo s