El vampiro que fue enviado a buscar a Dorian entró en la sala donde Phidias y Amaya miraban perplejos el sangriento espectáculo de una masacre televisada en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
—Señor —dijo el vampiro dirigiéndose a Phidias—, el señor Dorian no aparece por ninguna parte.
Las rodillas de Amaya comenzaron a temblar, nunca antes en su vida sintió tanto miedo. Volteo a ver los ojos de Phidias que le devolvían una mirada horrorizada. Ella en un murmullo preguntó:
—¿Qué está pasando?...Ryu...
Phidias reaccionó sobreponiéndose a la sorpresa y al miedo.
—¡Señorita, debemos irnos, ahora!
Amaya no respondió, mantenía los ojos fijos en la televisión que mostraba a un vampiro de cabellera oscura cernirse cual veloz y aterradora sombra sobre las personas en la Asamblea.
—Ryu, está allí... ¿Qué pasa? — La cazadora estaba en shock.
—Debemos irnos, volvió a apremiar Phidias. Algo ha salido muy mal. El señor sabe cuidarse, nos encontraremos con él en el camino, Vamos.