Desde que tuvo su primer auto en 1890 le encantó manejar y sentirse en control. Claro, en aquella época eran mucho más lentos e incómodos. Eso también le encantaba: el progreso tecnológico del mundo. No cambiaría la época actual por ninguna otra. Presenciar el avance de la humanidad era delicioso, siempre encaminándose a la comodidad y a hacer de la vida lo más placentera posible.
Él no era como algunos que siempre estaban encontrandole un defecto a la sociedad, quejándose del aislamiento social que conllevaba la tecnología, o de que las mujeres estaban sometidas por una sociedad patriarcal que las denigra y las considera inferior a los hombres, o la marginación de la que se quejan las minorías “sexo diversas”. Claro, que era comprensible que pelearan por sus derechos en un mundo cada vez más divergente, pero también más tolerante.
Él, que vivió la inquisición y el feminicidio que ocasionó; que permaneció encerrado en un prostíbulo junto con su hermana, mientras su madre era consid