Dorian despertó antes que Lía. La oscuridad de la habitación no evitaba que pudiera apreciar la hermosura del cuerpo a su lado. El cabello negro, lustroso, se desparramaba sobre la almohada, los miembros de ella todavía se mantenían laxos, abandonados al sueño. El rostro de alabastro esculpido mostraba una expresión serena; los labios húmedos se abrían como si suplicaran un beso.
Cuando ella se levantara tal vez permitiría que le hiciera el amor. Tal vez, Dorian podría revivir la época en que se amaban, aunque sabía que si eso pasaba sería solo él quien sintiera el corazón rebosante de afecto, porque tenía la horrible certeza de que ella ya no lo amaba. Al menos no como antes, no como lo hacía él.
Se inclinó sobre el argento cuerpo dormido y peinó los cabellos sobre la almohada en una suave caricia. Aspiró el perfume de sándalo y jazmín y lo sintió llegarle al pecho. Le dolió su corazón inmortal.
La conversión en vampiro era un proceso doloroso para el vampiro y riesgoso para el human