Amaya se dijo así misma que por la mañana dejaría la Fortaleza. No importaba que no supiera qué rumbo darle a su vida, no se quedaría al lado de Ryu, su voluntad era débil y no quería volver a caer con él.
Cuando llegó al comedor, el príncipe de los vampiros se encontraba sentado a la cabecera, a su derecha, para desagrado de la cazadora, lo acompañaba Lía. Amaya tuvo el impulso de dar media vuelta, pero antes de que pudiera hacerlo, Ryu la llamó.
Sin mirar a Lía, caminó hasta sentarse a la izquierda de él.
Los platillos de olor y aspecto exquisito dispuestos sobre la elegante mesa no despertaron su hambre.
—Así que has vuelto. —Lía le dedicó una mirada penetrante.
—No me quedaré mucho tiempo —Amaya sintió la mirada de Ryu sobre ella.
—Espero que cambies de opinión —dijo él, luego de beber de su copa.
Amaya iba a contestar, pero antes de que pudiera hacerlo, uno de los guardias de Ryu entró en el comedor, después de disculparse dijo:
—Señor…
—¿Qué quieres? —preguntó Ryu, displ