LaurelLos galopes del caballo eran rápidos, decididos y ansiosos, reflejando lo que yo sentía en ese momento.El polvo y algunas piedrecitas eran levantados por el casco de George, que se hundía con intensidad y urgencia, como si él pudiera fusionarse conmigo y sentir mis emociones contrariadas y las ansias de llegar a Liadrek.¿Qué estaba sucediendo? ¿Acaso no la encontró y decidió seguir su rastro? ¿Cómo pudo ella salir de la manada sin ser interceptada por los guardias?Ayayay... Todo era tan extraño.—¡Liadrek! —lo llamé cuando la distancia entre nosotros fue menor, captando su atención. Me esperó con la mirada perdida, como si estuviera confundido por algo—. ¿Qué haces aquí? —le pregunté, una vez llegué a su lado.Él pensó antes de responderme, como si no encontrara las palabras correctas para articular una simple frase. Entonces vi las ojeras repentinas, sus ojos rojizos, la palidez en su piel y esa debilidad de la cual se estaba recuperando.Él estaba bajo la influencia de esa
LaurelDe repente, sin esperarlo ni haberlo premeditado, las espadas chocaban una con otra, mientras que algunos de los que luchaban se convirtieron en su forma bestial y empezaron a violentarse entre ellos.Puños contra puños, patadas, mordidas feroces y derramamiento de sangre eran el escenario en este árido y polvoriento lugar.La muerte no solo se reflejaba en la sequedad del suelo y las plantas raquíticas, sino también en los cuerpos sin vida que yacían sobre la tierra polvorosa. La sangre aliviaba la aridez de esta, pero al mismo tiempo le daba una vida que había sido robada con violencia.Miré a mi alrededor, en completo estupor, y descubrí que había muchos guerreros aquí.Al parecer, el resto de mis hombres nos había alcanzado, así que éramos más que los intrusos. Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de asimilar el caos, tampoco de impedirlo.Si era sincera, mi intención nunca fue pelear contra estos cazadores; sin embargo, tuve que defenderme, pues no tenía otra salida.
Dariela¡Maldición! ¿Cómo pudo fallar mi truco? ¿Cómo pudo él resistirse a mi habilidad?Era poderoso, pero manipulable, así que debió ser pan comido que se rindiera a mí. El plan parecía sencillo, pues ya lo había hecho antes, incluso con mates. ¿Que no era el lazo de los mates más fuerte que cualquier sentimiento?Entonces, si fui capaz de interponerme entre un vínculo como ese, ¿cómo no pude lograr que Liadrek me escogiera y se entregara a mí?—Maldita Laurel... —mascullé, con los dientes apretados por la ira—. No la entiendo... Ella debió ponerse celosa, sentirse herida, reclamarle, ponerlo a la defensiva para que sus emociones aumentaran la negatividad.—¿Por qué no lo hizo? Cualquier mujer con un corazón latiéndole se habría interpuesto entre su hombre y una intrusa. ¿Y por qué Liadrek pudo romper el espejo si ya lo tenía en mis manos?—Él la amaba... ¡Era eso! Un sentimiento puro y fuerte, inquebrantable... Amor...Me daba tanta curiosidad... Me pareció fascinante cómo ni pensó
LaurelCoqueteamos con la mirada y los gestos, sin necesidad de hablar, pues nuestras almas se comunicaban bien en el silencio. Aquí, ocultos de los problemas externos y de todo el caos que se había desatado, huíamos. Solo éramos dos almas heridas, en proceso de sanación.Nuestro amor necesitaba una caricia y volver a ser fuerte. Por eso le dábamos este bálsamo silencioso, íntimo y muy nuestro.Liadrek caminó hacia mí con pasos cautelosos, como si no quisiera presionar, pero al mismo tiempo, deseara dejar claro lo especial que era este momento para nosotros.Era como si confirmáramos nuestra relación, ya sin dudas, sin secretos ni cohibiciones. Éramos él y yo contra el mundo.—Me habías preguntado cuándo descubrí mis sentimientos por ti... —habló él mientras extendía su mano hacia mí, de forma caballerosa.Miré su brazo extendido y sonreí. Luego me sostuve de él y me dejé guiar hasta el interior de la bañera.Ayayay...La sensación fue maravillosa: el agua tibia, el perfume...Solté u
Laurel Ayayay...¿Qué era esto?Siempre imaginé este momento como algo sagrado y muy íntimo: la realización de las parejas. Algo que, en mi pensar, jamás me sucedería.Sin embargo, aquí estaba yo, siendo mordida por Liadrek.Sentí cómo la sangre fluía de mí, y el dolor, mezclado con placer y un intenso sentido de pertenencia, me embargó por completo. Liadrek se atrevió; su parte salvaje me reclamaba como suya...Sus colmillos de lobo estaban incrustados en mi piel, fieros como su dueño, dejando una marca eterna que nos confirmaba como pareja ante los demás.Ya no había marcha atrás. Liadrek y yo éramos más que amantes o dos personas explorando sus sentimientos. No... ya no éramos un intento de relación.Liadrek y yo nos estábamos convirtiendo en marido y mujer, en una familia formal...Sus gruñidos, que indicaban cuánto disfrutaba beber mi sangre, hicieron que mi cuerpo temblara con fuertes escalofríos.Ya no había dolor en mi carne, porque el éxtasis del apego lo había anestesiado.
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara