Kaia
Las quejas de la tía se escuchaban en el patio, pues estaba vociferando que moriría del calor.
Ya habíamos almorzado, así que todos estábamos dispersados en diferentes puntos de la casa, menos papá, Zebastiel y Dreko, quienes se fueron a entrenar al área de batalla.
El tío Liadrek se quedó con la tía. Ella hoy se encontraba más irritable que de costumbre. Sin importar qué tan fuerte estaba la refrigeración dentro de la mansión, la tía se quejaba de un calor que estaba en su cabeza.
Ella y sus hormonas de embarazo.
—¿No nos vas a contar nada, bribona? —me acorraló Bastira tras beber su copa de café.
—Sí, Kaia —se le unió Liana—. Te habíamos dejado tranquila por el estado de Nevan, pero ya él está bien, por lo tanto, tienes que contarnos todo con lujo de detalles. ¿Cómo es eso de que ustedes son pareja? ¿Por qué nunca lo notamos?
Me sonrojé de la vergüenza.
—Porque ustedes son demasiado distraídas —le respondió Bastira, burlesca—. Esos dos siempre fueron muy obvios. ¿De verdad ni s