Nevan
Mi pecho agitado subía y bajaba mientras observaba a mamá, quien se quedó muda tras mi estallido. Podía ver el desconcierto en su mirada y una tristeza tan profunda que, al instante, me arrepentí de mi arrebato.
Mis manos temblaban de la anticipación, de las ansias que saber la verdad me causaba.
—Hablas a la ligera... —dijo al fin, con voz apagada—. ¿Cómo por qué tenía que contarle a mi hijo adolescente algo tan privado? ¿Quién era yo para hacerlo?
—No me quedé siendo un adolescente, mamá. ¿Por qué lo seguiste ocultando? ¿Por qué, mamá?
Ella empezó a caminar por doquier y a confundir los ingredientes que usaba, clara evidencia de que estaba nerviosa. La conocía tan bien.
Me quedé esperando por su respuesta y, tras un largo suspiro, se sentó. Las lágrimas le mojaron el rostro y noté que sus manos temblaban ligeramente.
—Nevan, ¿por qué te diría algo tan personal? Kaia no quería que nadie supiera. Nosotros decidimos respetar su voluntad. Además, no andas contando esas cosas.
Me se