Kaia
¿Nevan me estaba pidiendo quedarse conmigo esta noche?
Uy...
¿Podría mi corazón latir más rápido ya? Porque, si era así, podría salirse de mi pecho.
Pestañeé, incrédula, y me quedé mirándolo como sonsa. ¿Podría Nevan quedarse? ¡Por supuesto! Esta y todas las noches que quisiera. De todas formas, estaba tan segura con él como lo estaría con Zebastiel o papá, dado que Nevan nunca me tocaría.
Y eso me daba tanto alivio como dolor.
—Si no te sientes cómoda, buscaré una solución. No te preocupes. —Su voz, que ahora sonaba firme, me sacó de mis meditaciones.
Empecé a negar efusivamente, y mis movimientos bruscos espantaron el sueño de Nivi, que, desde que se acomodó en mis piernas, empezó a dormirse.
—¡No! —grité, rápida y temerosa de que se retractara—. Es decir... —me relamí los labios, avergonzada de haber actuado como una loca—. No me siento incómoda, sino todo lo contrario. En realidad, nunca he vivido sola, así que tener tu compañía me hará sentir segura.
Solté todo el aire reten