El alfa Bastian me ayudó a apearme del caballo cuando llegamos a la costa, donde nos esperaba un barco grande. Varios hombres estaban subiendo pertenencias y animales, pero cuando vieron al alfa Bastian dejaron sus labores de lado y lo saludaron con respeto.
Me sorprendió ver a comerciantes importantes saludar al alfa Bastian con tanta naturalidad, pese a que eran diferentes tipos de licántropos.
—Es hora de abordar —me dijo el alfa mientras yo observaba el mar, sumida en mis pensamientos.
Asentí con la cabeza y aspiré el olor salado de la brisa costera, luego le di una última mirada a la tierra a la que no estaba segura si regresaría.
Recordé a mis padres, a las personas de mi manada, los campos llenos de tulipanes, donde corría cuando niña, y a los animalitos que recogía en el bosque y los llevaba a casa.
Era tan feliz...
Pero los miembros de mi manada no existían más y aquellas tierras quedaron en ruinas.
Otro suspiro dejó mis labios.
Ayudada por Bastian, debido a que estaba amarra