Bastian
Su rostro tomó una palidez que me confundió, como si en su mente se estuviera formando la imagen verdadera de lo que sucedió. Tembló, luego me miró turbado y desorientado.
—¿Por qué aseguras algo así? ¿Qué pruebas tienes? Yo estuve ahí cuando las llamas consumieron a mi mate y no pude hacer nada para salvarla. Esa imagen, sus gritos pidiéndome ayuda, su cuerpo carbonizándose, su mirada de desconsuelo y su sufrimiento me han perseguido por todos estos años. ¡¡Y me dices que fue un asesinato provocado!!
Él miró a sus guerreros con una furia que ya conocía bien, porque era la misma que lo incitaba a herirme.
—¡¡Tráiganme a Melika!! ¡¡Ya!!
Varios de sus guerreros accedieron a su petición, tomando el camino que los dirigiría a mi casa.
Esa maldita estaba en mi hogar. Se atrevió a profanar mi casa con su asquerosa presencia.
Miré a Laurel, quien luchaba contra las lágrimas y vino hacia nosotros.
Busqué a Zebela por instinto, y allí estaba ella, a una distancia prudente, observando