Zebela
Con la luz apagada, esperaba el momento preciso para llevar a cabo mi plan. La casa estaba en completo silencio, y la tranquilidad se sentía sombría y asfixiante.
Estaba nerviosa.
Mis pasos sigilosos buscaban fusionarse con ese silencio aterrador; esa era la razón de mis pies descalzos y mi andar en hurtadillas.
Desnuda, con el corazón latiéndome con vehemencia y escalofríos violentos que me sacudían despiadadamente, me acerqué a la ventana y levanté mi mano. Acto seguido, usé mi habilidad para quitar el seguro del que Roan tenía la llave.
Él preparó todo para que yo no pudiera escapar, mas no contaba con que era capaz de abrirla con mi poder.
El “click” de la cerradura de la ventana me hizo cerrar los ojos y apretarlos. Luego solté el aire retenido con parsimonia y me dispuse a abrirla sin hacer ruido.
Me tomó más tiempo del que deseaba, pero, al fin, lo logré.
En el balcón, me convertí en loba y salté.
Mi intención era flotar, como lo hice el día de la batalla, y así no dejar