POV Ariana
Cuando entro en la habitación, todo parece detenerse.
Él está ahí, sentado en la cama blanca del hospital, la luz cayendo suavemente sobre su rostro como si el tiempo lo hubiera congelado en un retrato de incertidumbre.
Me mira. O mejor dicho... me observa, como si fuera, una figura lejana, una sombra, una completa desconocida.
Y eso me desarma.
Sus ojos, los mismos que una vez me miraron con ternura, ahora me atraviesan con una frialdad indiferente.
No hay rabia.
No hay amor.
Solo... nada.
Y me doy cuenta: esta es la mirada que más duele.
El odio de antes me desgarraba, sí, pero al menos era algo. Esto, en cambio, es un vacío que grita.
Siento que me estoy rompiendo.
—¿No me recuerdas? ¿De verdad...? —pregunto con voz rota, esperando una señal, un destello, cualquier cosa que me indique que dentro de él aún existe una parte que me pertenece.
Pero solo hay silencio. Y ese silencio es un cuchillo. Las lágrimas me queman el rostro antes de poder detenerlas.
—Gabriel… soy tu e