Escapando de un mal amor. Capítulo Novia fugitiva
Pablo se quedó quieto, petrificado frente al altar, sin poder procesar lo que acababa de escuchar.
Su rostro, segundos antes lleno de emoción y ternura, se transformó en un mar de confusión, incredulidad… y dolor.
—¿Qué? —preguntó en voz baja, como si necesitara que ella lo repitiera para poder creerlo.
Paulina respiró hondo.
Sus labios temblaban, su pecho subía y bajaba con violencia.
Los ojos se le llenaron de lágrimas, y su maquillaje comenzó a correr por sus mejillas. Tenía el alma hecha pedazos.
—No te amo, Pablo —repitió con un nudo en la garganta—. Amo a otro hombre…
En ese instante, la iglesia entera quedó en silencio. Un murmullo se elevó desde los bancos, las mujeres se cubrían la boca, los hombres se miraban entre ellos desconcertados, y los más ancianos negaban con la cabeza, escandalizados.
Parecía una pesadilla, una escena sacada de una tragedia.
Paulina dejó caer su ramo de rosas blancas.
El sonido fue casi imperceptible, pero en el corazón de Pablo resonó como una explo