Escapando de un mal amor. Capítulo Promesa de venganza
Pablo buscó a Paulina desesperadamente, como si su vida dependiera de ello.
Recorrió cada rincón del aeropuerto, preguntó con voz rota en la estación de tren, interrogó a conductores de taxi y revisó las terminales de autobuses sin descanso.
No durmió, no comió. Su única obsesión era encontrarla.
Pero ella ya no estaba.
Fue su padre, Arturo, quien finalmente tomó el control. Ordenó a sus guardias personales y a los empleados de más confianza que rastrearan cualquier pista, cualquier movimiento. Nadie descansaría hasta tener noticias de Paulina.
Esa noche, regresaron a la mansión Juárez con las manos vacías.
Al cruzar la entrada, Pablo entró tambaleante al salón principal, con el rostro desencajado y los ojos hinchados por el llanto y el insomnio.
Al ver a Luciana, corrió hacia ella, como si su desesperación pudiera encontrar consuelo en una explicación.
—¡Luciana, dime la verdad! —gritó, agarrándola por los brazos—. ¿Lo sabías? ¿Ella te lo dijo? ¿Desde cuándo me ha estado engañando?
Lu