Escapando de un mal amor. Capítulo No me doy por vencido
Al día siguiente, el aire era más ligero, como si el cielo hubiera decidido darles una tregua.
Sin embargo, dentro de Luciana habitaba una mezcla de ansiedad y esperanza.
Pronto sería su boda, quería dejar el pasado atrás, dedicarse al amor de Octavio y nada más.
Por la mañana llamarón a la puerta.
Abrió y entonces vio a Paulina.
Cuando la vio cruzar el umbral de la casa, con la ropa arrugada, los ojos cansados y un leve temblor en las manos, Luciana no lo dudó: corrió hacia ella y la abrazó con todas sus fuerzas.
—¡Amiga! —exclamó, casi al borde del llanto—. Dios mío, ¿dónde estabas? Me tenías tan preocupada… ¡Pensé que te había pasado algo!
Paulina apenas pudo devolverle el abrazo. Su cuerpo aún estaba débil, pero ese gesto sincero le dio calor.
Antes de que pudiera responder, Pablo apareció detrás de ella, deteniéndose justo en la puerta.
Luciana lo miró, sorprendida.
—¿Qué está pasando? —preguntó, confundida—. ¿Ustedes…?
Pablo se acercó a Paulina, le tomó la mano con delicadeza, y