Escapando de un mal amor. Capítulo Lo que Dios unió
—Pablo, ¿aceptas a Paulina como tu legítima esposa, para amarla, cuidarla y respetarla todos los días de tu vida?
—Acepto —dijo él sin titubear, con la voz firme y el corazón latiendo como un tambor.
—Paulina, ¿aceptas a Pablo como tu legítimo esposo, para amarlo, cuidarlo y respetarlo por todos los días de tu vida?
—Claro que acepto —respondió ella, con lágrimas de emoción, brotándole de los ojos, su voz temblando apenas por la intensidad del momento.
El ministro sonrió.
—Bien. Por el poder que Dios me ha conferido, les declaro marido y mujer. Que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Pablo, puedes besar a la novia.
Él no lo dudó. Acunó el rostro de Paulina con ambas manos, como si ella fuera lo más valioso y frágil del universo. Sus ojos se clavaron en los de ella durante un segundo que pareció eterno, y entonces la besó.
Un beso lento, lleno de ternura, pero también de promesa. De ese tipo de besos que no se olvidan, aunque pasen los años, aunque venga la tormenta.
El públi