Cuando Samuel se enteró de que Olivia había despertado, su corazón dio un vuelco.
Apenas procesó la noticia, salió disparado del lugar donde estaba. No le importó el tráfico, ni el frío de la mañana que aún acariciaba las calles. Necesitaba verla. Ahora mismo. No podía esperar un segundo más.
En el hospital.
El sonido del pasillo se volvió un murmullo lejano cuando llegó al área de terapia intermedia. El doctor estaba saliendo de la habitación justo cuando Samuel apareció, agitado, con el rostro tenso y la respiración entrecortada.
—¿Cómo está Olivia? —preguntó sin siquiera saludar, con la voz cargada de ansiedad.
El médico lo miró con una mezcla de cansancio y esperanza.
—Despertó. Está aún delicada, pero estable esta vez. Si todo sigue así, pronto podría recuperarse del todo.
Samuel no pudo evitar sonreír, aunque las lágrimas le ardían en los ojos.
—¿Puedo verla?
El doctor asintió con una leve sonrisa y le abrió paso.
Sin perder tiempo, Samuel caminó hacia el área de ingreso, donde u