Escapando de un mal amor. Capítulo El despertar
Su padre se acercó lentamente, sus pasos eran pesados, como si cada uno cargara con años de dolor acumulado.
Lo miró con ojos apagados, pero llenos de una determinación que solo nace del sufrimiento.
—Hijo… —dijo con voz temblorosa, pero firme.
Samuel alzó la vista, su mandíbula apretada por la tensión, pero sus ojos mostraban algo más: rabia contenida, desilusión, una herida abierta que no terminaba de sanar.
—Es Tamia —dijo sin rodeos, con un tono seco y amargo—. Voy a encontrarme con ella. Llamemos a la policía. Pondremos una trampa. Ella merece pagar. No solo por lo que me hizo a mí, sino por todo el daño que causó. Tiene que ir a prisión, aunque sea mi propia madre.
El silencio se instaló por un momento entre ellos. Luego, su padre lo abrazó con tristeza, un abrazo lleno de pesar, de esos que no pueden reparar el pasado, pero que intentan sostener lo poco que queda.
—Lo siento tanto, hijo —susurró con un nudo en la garganta—. Nunca quise que pasaras por todo esto. Nunca imaginé…