A pesar de estar hablando desde hacía rato Celeste sentía que Xana no la estaba escuchando. Sentía no… no la estaba escuchando.
-¿Xana? Xanaaaaaa- la llamó y efectivamente, hasta que no le tocó el hombro ella no reaccionó.
-¿Qué?- esta se sobresaltó y la miró.
-Hasta donde te quedaste de la conversación antes de que te perdieras en tus pensamientos.
Xana pestañeó varias veces y una gota de sudor corrió por su sien.
-Lo siento Celeste, la verdad es que… no te estaba poniendo atención- sonrió de forma culpable.
La mujer hizo una mueca.
-Por lo visto el alfa se está encargando de tenerte bien ocupada pensando en cosas relacionadas con él. Nada más hay que saber cómo hueles.
Xana se revisó.
-¿A qué huelo?
-Yo no sé, pero mi pareja antes de irse después de dejarme me comentó que olías al alfa tanto por dentro como por fuerza, si sabes a que me refiero- vio como las mejillas de Xana se volvían completamente rojas de la vergüenza- No tienes por qué avergonzarte. Eres la Luna de la manada, má