Violeta apartó el rostro con lentitud. El peso de esa conversación la sofocaba. Sintió que el aire en la habitación era más denso, más gris.
—Y si quedo embarazada antes del matrimonio, madre... —dijo, casi con sarcasmo— ¿no crees que eso podría destruir lo que con tanto esfuerzo estás intentando construir?
Eloise sonrió. Y esa sonrisa fue más aterradora que cualquier amenaza.
—Oh, querida... eso no sería un problema. Todo puede maquillarse. Todo puede maquillarse si se hace con elegancia y a tiempo. El reino celebrará la llegada del heredero. Nadie preguntará cuándo fue concebido. El escándalo solo ocurre cuando se pierde el control del relato. Y tú, Violeta, aún puedes controlar esta historia.
Lady Violeta Lancaster cerró los ojos por un segundo. Solo uno. Pensó en Emma. En la Emma de antes. La crítica literaria, cínica, lectora insaciable, que siempre había desmenuzado historias como si fueran autopsias emocionales. Y ahora... ahí estaba. Dentro de una novela que ya no sentía como