Con un movimiento firme, arrancó el vestido y lo dejó caer al suelo. Debajo llevaba un traje elástico que abrazaba su cuerpo y le daba libertad de movimiento. Acto seguido, se quitó el amuleto que ocultaba su esencia, y de inmediato el aire se cargó con su aura. La energía oscura la envolvió, dejando al descubierto lo que era en realidad: una demonio. El odio del desterrado hacia ella se multiplicó al verla así, porque nada despreciaba más que a los demonios.
—Ni siendo demonio te salvarás —escupió, furioso.
Pero no alcanzó a reaccionar. De pronto, sobre las nubes se desplegó un resplandor: demonios ocultos descendieron y atacaron a los francotiradores. Desde la retaguardia, en las sombras, aparecieron las deltas de la manada, dispuestas a cerrar el cerco. Y a ambos lados de la carretera, avanzaban tropas de lobos alfa, brujas y hadas, alineados en perfecta sincronía.
El cielo rugió cuando los demonios cayeron como lluvia y truenos sobre los enemigos. La emboscada había cambiado de du