20. Tensión y frío.

La siguiente semana no fue diferente a la anterior: Eryn seguía durmiendo en el suelo de las cámaras de los sirvientes, con frío… aunque lo más gélido no era la piedra bajo su espalda, sino el carácter del príncipe, que cada día ponía más distancia entre ambos, haciendo que Eryn se molestara.

Sabía que no era por lo de Fae. Si Evdenor sospechara que él la había ayudado, la realidad sería otra: ya estaría siendo investigado o metido en una celda en las mazmorras.

Por lo que, si Evdenor tenía esa actitud, era únicamente porque no le gustaba algo que hizo, o —más probable aún— porque estaba haciendo un berrinche como todo niño mimado.

¡Cómo lo odiaba cuando se comportaba de esa manera!

Las noches seguían iguales: él regresando cansado del trabajo, no solo por las tareas que le dejaba Evdenor, sino también como asistente del viejo médico. El anciano, ya de edad avanzada, prefería no arriesgarse a salir en las bajas temperaturas y mandaba a Eryn a buscar las hierbas para sus brebajes y med
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