Leo siempre había vivido en los márgenes del sistema, no como una falla evidente, sino como un ajuste menor que nadie se tomaba el trabajo de corregir del todo. Un desfase pequeño, tolerable. Algo que no rompía la estructura, pero tampoco encajaba.

Desde dentro de los sistemas secundarios, esa sensación se vuelve claridad.

No hay intuición aquí, no hay metáfora, solo datos.

El protocolo aparece como una activación transversal, demasiado limpia para ser accidental. No está vinculado a operaciones de contención estándar ni a simulaciones de estrés comunes. Tiene una firma específica, antigua, archivada en capas que ya no deberían usarse.

Protocolo de cebo emocional.

Leo lo reconoce de inmediato.

No porque se lo hayan enseñado, sino porque siempre le permitieron ver lo que a otros no. No para comprenderlo completamente, sino para observarlo, para acostumbrarse a la idea de que había fallas y que no todas debían corregirse.

El protocolo no busca salvar a Damian, busca usarlo.

Leo desplieg