El jet privado era una burbuja de lujo aislada del mundo, pero para Senay, era una jaula que se elevaba hacia un destino desconocido, envuelta en el olor acre de la locura de Ahmed.
El vuelo de Senay había sido incómodo. No era solo el miedo a la altura, sino la constante e invasiva proximidad de su captor. Ella no quería a Ahmed cerca, su presencia era un recordatorio físico de la violencia y la traición que la habían llevado hasta allí. Cada vez que sus ojos se encontraban, Senay sentía el impulso de vomitar el helado y la verdad.
Pero Ahmed, eufórico por la "victoria" y el escape, estaba en su momento más posesivo. Él se empecinaba en estar a su lado y tomarle la mano. Acariciaba su pelo, susurraba promesas de un futuro falso y lleno de paz, totalmente ciego a la frialdad de su tacto.
Senay necesitaba aire, necesitaba espacio para respirar y pensar. Necesitaba que él se distrajera, que pusiera su foco en algo más grande que el contacto físico. Ella necesitaba una distracción, algo