—Lina, no vas a pelear. Hace muy poco que empezaste a entrenar; no lo vas a hacer —gruñó Lucas con el ceño fruncido.
—Pero yo sé cómo pelear, puedo ganar, le he ganado a varios y hasta a Gaby le he ganado —le gritó enfadada.
—Cualquiera le gana a Gaby —se bufó.
—Hey, yo solo la hago sentir bien —intervino el morocho.
—Lo que sea, ella no va a pelear y no se habla más.
—Yo hago lo que quiera —espetó, llevándose las manos a sus caderas.
—Li, no es prudente que pelees, eres muy nueva, te falta mucho por aprender —trató de razonar Gaby con ella.
—La mejor forma de aprender es luchando de verdad y es en ese campeonato, no con los iniciados mansitos del gimnasio.
—Te van a lastimar —graznó Lucas.
—No me importa, quiero luchar, quiero aprender —elevó la voz.
—No vas a luchar y punto —aseguró, acercándose a ella de manera amenazante.
—No me das órdenes.
—Te ato a las cuerdas —amenazó señalando el ring.
—Inténtalo —replicó.
—Oigan, no hagan eso —intervino Gaby de nuevo—. No vas a luchar, Lina, y si Lucas decide atarte, lo voy a ayudar y sabes bien que no puedes con ambos.
—Ahh… —gritó desesperada y salió como un rayo de ahí, dejándolos solos y sonriendo por su terquedad.
Estaba enojada, muy enojada con ellos.
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—Hey —Alex la saca de su ensoñación.
—No les volví a hablar hasta el día del campeonato —cuenta ella mirando a Gaby, que también le sonríe.
—Dos semanas después.
—Medina —se escucha gritar a Ian—. Nos tenemos que ir.
—Me tendría que haber dedicado a otra cosa —mofa—. Nos vemos, nena —Le da un beso en la mejilla a Lina—. Cuídala porque dudo mucho que la próxima vez puedas ganarle —le dice a Alex.
—Lo voy a hacer —contesta sonriendo y agradeciéndole con la mirada la ayuda que le tendió.
—Me cambio y vamos, querubín —le grita a Ian.
—Nos vamos —le susurra Alex a Lina.
—Sí —asiente soltando un suspiro.
Él la toma de la mano y la conduce hasta el auto con una sonrisa radiante en su rostro. Luego de abrirle la puerta para que ella subiese, sube él sin poder ocultar la sonrisa en su rostro.
—Será mejor que borres esa estúpida sonrisa —suelta finciendo estar enfadada.
—No prometo nada.
—Eres irritante.
—Pero te sigo gustando.
—Un día te voy a bajar el ego de un gomerazo —le dice y él aprovecha el semáforo en rojo para mirarla directo a los ojos.
—Ya lo has hecho —dice con voz seria anclando sus pupilas azules en las grises de ella—. Esta semana me has bajado el ego, esta semana me has hecho sentir el hombre más inseguro que jamás haya conocido —La toma de la barbilla con ambas manos y acaricia el labio inferior con su pulgar—. Pensé que ya no iba a tenerte más; temí perderte —murmura con suavidad.
—Estaba muy enojada —susurra con apenas un hilo de voz.
—Lo sé y lo siento —Los autos de atrás comenzaron a tocar el claxon, el semáforo ya había cambiado a verde, pero él seguía mirándola, perdida en esos ojos—. Fui un idiota y te prometo que nunca más será un idiota para ti. Jamás—prometo.
Ella asiente y él le da un suave beso en los labios. Un auto los pasa y los insulta por retrasar el tránsito, pero ellos solo ríen. Alex la toma de la mano y es así como hace el trayecto hasta su hogar: manejando con una sola mano conforme con la otra la sostiene a ella ya que no piensa volver a soltarla jamás.