Había pasado más de una semana y Alex seguía sin saber de Lina, por todos los medios, ella se mantuvo alejada de él. Iba al resto muy poco y todas las tardes se la pasaba en el gimnasio entrenando. Alex trató más de una vez en hablar con ella, pero no obtuvo respuesta. Se fue de la casa de los recién casados y se hospedó en un hotel, aunque los tórtolos le pidieron que no lo hiciera. El joven estaba pensando en volver a Estados Unidos si no regresaba con Lina, no quería hacerlo ni tampoco dar por perdida a la mujer que amaba, pero si no estaba con ella, no había nada que lo atase a ese país. Erik trató de hacerlo entrar en razón, sin embargo, no había nada que lo hiciese cambiar de opinión, Alex no estaba bien, necesitaba a Lina de nuevo o simplemente comenzar otra vez, su pecho dolía cada vez que pensaba en ella y lo ocurrido.
Alex se encontraba absorto en sus pensamientos, en lo mal que había actuado con Rachel, reprendiéndose, ya que tuvo que haber sido más hostil con aquella mujer…
—Señor Betanckurt —dijo su secretaria asomando la cabeza en la oficina.
—Sí, Griselda, ¿qué pasa?
—El señor Gabriel Medina lo busca.
Alex se queda un segundo pensando en qué era lo que hacía el amigo de Lina allí y solo se le ocurrían dos posibilidades: que lo golpearía por lo sucedido con Lina o que a ella le haya pasado algo.
—Que pase —esboza no dejando fluir su imaginación.
El morocho entra con el ceño fruncido, pero lo que le hace detener el corazón, es la personita que salía detrás del joven y corría hacia él.
—¡Papi! —grita Sí con entusiasmo.
—Hola, mi princesita —exclama alzándola entre sus brazos y besándole las mejillas—. ¿Pasó algo? —le pregunta a Gaby.
—Quería verte —contesta el morocho señalando a Aye.
—Te extrañé —murmura la niña despacito.
—Yo también —suspira él separándose para mirarla y acomodarle un mechón de pelo rebelde—. ¿Cómo estás? —curiosoa con voz ronca por luchar contra el nudo en su garganta.
—Bien. ¿Cuándo vas a volver a casa?
Los ojos de Alex se llenaron de lágrimas y tuvo que tragar varias veces hasta que pudo encontrar su voz.
—Aye… No sé —balbucea y acaba soltando un suspiro.
—Tienes que hacer que mi mamá te quiera de nuevo —apremia la niña y de manera automática, Alex mira a Gaby, que se encontraba todavía a unos pasos de la puerta, este le sonríe y se eleva de hombros.
—Aye— Tu mamá es…
—Sí, ya sé cómo es mi mamá. Ella es cabeza dura, pero tienes que volver; te extraño.
Lo vuelve a abrazar y él no puede salir de su estupor, mientras que el morocho, lucha por contener las lágrimas conforme observa la escena.
—Yo también te extraño, pero es difícil, Aye; es muy complicado lo que pasa entre tu mami y yo…
—Ya no nos quieres más? —pregunta ella con temor.
—Sí que las quiero, claro que sí. Las amo con toda mi alma a ambas, son lo mejor que me pasó en la vida. Las amo horrores, sí. Nunca pienses que no es así, ¿está bien? —esboza con dulzura acariciándole la mejilla.
Ella asiente con la cabeza en silencio y sonríe.
—Tenemos que hacer un plan para que mi mamá te quiera otra vez —dijo haciendo carcajear a los hombres.
—Eres igual a tu madre.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer?
—Aye… —comienza para advertirle, pero ella vuelve a interrumpirlo.
—Papi, yo sé que te quiere; ella antes reía a cada rato y ahora ya no lo hace. Tienes que volver y hacerla reír como antes.
—No es fácil… —Al ver que los ojitos de ella lo miraban con esperanza y luego caían, largó un suspiro y decidió seguirle el juego—. ¿Qué dices que puedo hacer? —indaga logrando que los ojitos de Aye brillen otra vez.
—¿Por qué no vamos a MC'Donnals? —interrumpe Gaby—. Y mientras comemos, pensamos en un plan —dice llamando la atención de ambos—. ¿Qué? Tengo hambre —lanza elevándose de hombros.
—Sí, hagamos eso —segunda Alex.
Alex le dejó dicho a su secretaria que anulara todas las reuniones y entrevistas y partieron hacia MC'Donnals.
—Lina no sabe que están aquí, ¿verdad? —adivina Alex en cuanto quedaron solos, ya que Aye tenía que ir al baño a lavarse las manos.
—No —niega el morocho sonriendo—. Le dije que la traía al Mc y la llevaba a ver una peli. Ayer, Aye me pidió que la trajera, quería verte y no le pude decir que no.
—Está bien, me gustó mucho que viniera; la extrañaba.
—Mira, Alex, Aye te extraña de verdad y si vas a hacer algo para volver con Lina, te recomiendo que lo hagas pronto y si lo haces, que sea porque quieres volver con ella y no porque Aye te extrañe, porque si lo haces por Aye no van a llegar muy lejos —aconseja Gaby con seriedad.
—Gaby, amo a Lina más que a nada en el mundo. Sí que quiero volver con ella, pero he tratado de acercarme y Lina solo me repele. No sé qué hacer para que, aunque sea, me mire —Baja la mirada a su hamburguesa a medio tocar y suspira—. Pensé mucho esta semana y si Lina no vuelve conmigo, voy a volver a Estados Unidos.
—¿No vas a pelear por ella? —indaga Gaby con el ceño fruncido.
—Es que ya no sé qué más hacer.
—Algo que sea jodidamente loco —sugiere el morocho levantándose de hombros y sonriendo con malicia.
Alex lo mira a los ojos y sabía que ya tenía una idea para ayudar a reconquistar a Lina.
Gaby le aconseja hacer algo loco, algo que la hiciese enfadar, sin embargo, Alex tenía una mejor idea: debía desafiarla, esa era su peor debilidad. Tenía que encontrar la manera de acercarse y llevar a cabo ese jueguito que siempre pudo con su mujer.