Capítulo 61

Alex salió corriendo a tomar el ascensor privado, llegó al estacionamiento y por más que sabía bien que Lina ya no estaba, miró cada lugar del estacionamiento para ver si se encontraba. Llegó a su auto y lo encendió; apenas el motor dio vida, salió quemando llantas del lugar. Pasando varios semáforos en rojo, pasando por altas señales de tránsito, yendo a una velocidad no permitida, llegó al resto. Olvidándose de la empresa, de la reunión, de los planes, ya no importaba nada más que encontrar a Lina y hacer que lo perdonará. No podía explicarle nada, ya que no había explicación para lo que había visto, pero si podía pedirle perdón y prometer que no volvería a pasar.

Al entrar al resto a la primera que ve fue a Sole, que comía una exagerada porción de mouse de chocolate.

—Sole, ¿has visto a Lina? —abordó en cuanto llegó a la pelirroja.

—Hola, ¿todo bien?… Sí, todo bien… ¿Tú bien?… Todo perfecto, mejor imposible…

El sarcasmo de Sole fue interrumpido por la urgencia de Alex.

—No estoy para juegos. ¿Dónde está Lina? —preguntó de malos modos.

—No vino —luego entrecerró los ojos—. ¿Qué le hiciste? —cuestionó apuntándolo con su bendito dedo.

—Si la vez, dile que la estoy buscando —ignoró su pregunta y salió rápido del lugar.

Para su desgracia, tampoco estaba en su casa, Aye de seguro estaba con ella, porque también había desaparecido de la faz de la tierra. En cuanto se dio cuenta de eso, frenó de golpe provocando que el tráfico parase detrás de él y que las bocinas de los demás autos comiencen a sonar ruidosamente. Al recibir varias maldiciones, giró el volante y estacionó a un borde de la calle.

—Si Lina se fue con Aye, quiere decir que no aparecerá por un tiempo —murmuró y luego golpeó el volante del auto—. Yo la empujé a eso. Conmigo nunca lo había hecho y estaba feliz por eso y ahora estúpidamente le di un motivo para que se sintiera tan sofocada como para tomar distancia de todo y de todos… Soy un maldito idiota —vociferó sin dejar de golpear el volante.

Alex estuvo estacionado en ese lugar, maldiciéndose, golpeando el volante y pensando en qué hacer hasta que la luna salió de su escondite. Al darse cuenta, puso de nuevo el auto en marcha y se dirigió a su casa esperando a que ella, su mujer, su ángel, este ahí para él.

~~~

—Alex ya te dije que no está aquí —repitió por tercera vez Gaby a un Alex desesperado del otro lado de la línea.

—Ya es tarde. Dios, Gaby, estoy preocupada —suelta mirando a Erik que lo tenía enfrente.

Tanto Sole como Erik le pidieron que se quedara en su casa hasta que Lina apareciera; él al principio se rehusó, sin embargo, ellos fueron más insistentes y terminaron quedándose.

—Mira, no sé qué pasó entre ustedes, pero no te preocupes, cuando ella esté bien va a regresar, solo dale espacio —sugiere el morocho.

—Está bien —suspira—. Cualquier cosa avísame —pide y baja la mirada al suelo, para que su amigo no notara las lágrimas que estaban por salir despavoridas.

—No hay problema —dicho eso, cuelga y se gira hacia Lina que se mandaba otro trago de tequila—. La está pasando mal.

—Y yo re bien —lanza levantando su chupito.

Él suspira y niega con la cabeza.

—Lina, ¿ya no estás un poco grande para andar desapareciendo? —cuestiona su actitud; ella se eleva de hombros—. Estoy hablando en serio, además me hiciste mentir.

—Como si te costaría mucho mentir.

—Deberías hablar con él —esboza con cuidado.

—No —niega empinándose otro trago de tequila—. Basta de hombres. Me niego a seguir con algún hombre; de ahora en adelante me hago monga.

Eso hizo carcajear a Gaby.

—Vamos, Li, no podrías ser monga ni nada que se le parezca.

—Bueno, solo tendré hombres por una noche y después: taza, taza, cada uno a su casa —expresa arrastrando las palabras.

—Sigo pensando que deberías hablar con Alex, dudo mucho que te haya engañado.

—Ahora diciendo ¿estás que no sé lo que vi? —eleva la voz con desagrado—. La muy zorra estaba sentada de piernas abiertas en su escritorio y él en medio de ella y su boca tocó la asquerosa boca de ella —se estremece—. Nunca más lo tocó, ni con un guante de látex.

—Estás ebria —suelta Gaby riendo.

—No estaba ebria cuando los vi —Toma más tequila—. Hasta acá llegué de hombres. Me cansaron. Dany, un idiota sin escrúpulos, Seba, maldito barman traidor… mentiroso —sisea entre dientes—, ¿y Alex? Me engaña con la zorra de su ex… Basta, basta, que la chupen todos.

—¿Acaso viste a Alex cogiendo con la ex? —cuestiona el morocho.

—Llegué antes, pero si hubiera llegado unos minutos después, de seguro la iba a estar montando en su escritorio, como hizo más de una vez conmigo.

—No quería saber esa parte —murmura—. No los vistes cogiendo —Mueve su cabeza de un lado a otro—. No lo veo a Alex engañándote después de todo lo que pasaron juntos, no puedo visualizarlo. Lo siento, Li, pero no puedo.

—Pura m****a; no importa todo lo que pasamos, él estaba en la boca de ella y eso para mí es suficiente para ponerle fin a todo. Mañana voy y cambio las cerraduras de mi casa y mando a todos los custodios que él trajo a la m****a. Se acabó, punto final. A otra cosa mariposa —dice con terquedad.

 —Será mejor que hable contigo cuando no estés ebria.

—Gabriel Medina —Le apunta con el dedo índice—. Chúpala, dijo Sole.

Gaby se carcajea y se abalanza contra ella para abrazarla.

—Estás loca, Lina, pero igual te quiero —expresa sin soltarla y aplastándola con su cuerpo contra el sofá para que no se saliese del agarre.

—Basta, Gaby, no mares pegajoso —se queja.

—Habla con Alex —le susurra oído y luego la acomoda para que lo mirase a los ojos—. No es un mal tipo, todos tenemos un traspié, a él le tocó hoy, sin embargo, sé que te ama y ama a mi princesita y con eso ya me tiene como amigo —Le sonríe acariciándole la mejilla—. Dale una oportunidad; hizo mucho por las dos y nunca pidió nada a cambio más que tu cariño —Ella comienza a negar con la cabeza, él la detiene acunándole el rostro con ambas manos—. No seas tan terca, todos nos merecemos una oportunidad —Mira hacia el pasillo que da a las habitaciones, en donde en una de ellas dormía Aye sin estar enterada de nada—. Ella lo adoptó como su padre, lo quiere muchísimo, no se lo quites sin pelear —Lina lo observa y una lágrima se escapa dejándola en evidencia. Gaby la atrapa con su pulgar y le sonríe—. Ves, también lo quieres, no te hagas esto a ti misma. Dale una oportunidad, pelea con él, rómpele toda la oficina, insúltalo acordándote de todos sus antepasados, pero quita toda la m****a de aquí —Le señala el pecho a la altura del corazón—, luego has que te explique todo y ábrele de nuevas las puertas.

—No sé si pueda hacerlo —habla con apenas un hilo de voz.

—Adelina Luz Rinaldi —Al decir todo su nombre completo, ella lo golpea juguetonamente el pecho—, puede hacer lo que sea, no hay una cosa que ella no pueda hacer —entona para luego depositarle un beso en la frente.

—Estaba entre las piernas de esa zorra —escupe con repulsión.

—Sabes por qué estás así? —pregunta acomodándose otra vez en su lugar.

—A ver Sócrates, ¿por qué?

—Porque no fuiste la Lina que conocemos —esboza y sonríe ante la cara interrogativa de la joven—. No destrozaste el lugar, no le arrancaste los pelos a esa tipa, no golpeaste a Alex —La mira y suspira con exageración—. Necesitas descargarte. La Lina que conozco hubiera hecho un tsunami en ese lugar.

— ¿Estás diciendo que me siento como una m****a por qué no golpee a nadie? —Lina no logró entender el razonamiento de Gaby.

—Estoy diciendo que no quieres perdonarlo, porque no te desquitaste; una vez que lo hagas, que saques toda la m****a afuera, vas a ver las cosas de otra manera.

—Puede ser —Clava sus ojos claros en los oscuros de su amigo—. Todavía no sé por qué no los golpeé.

Gaby se ríe.

—Bueno, cuando lo veas te ayudo a golpearlo.

Después de horas que Gaby trató de hacerla entrar en razón, ya que para él era imposible que Alex la haya engañado, se dio por vencido y decidió secundarla con el tequila, hasta que ella quedó dormida con la cabeza en su regazo, mientras él, quedamente le acariciaba los cabellos, hasta que también se durmió.

 

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