Capítulo 54

Jack con su chirrido anuncia un nuevo día y Sofi de un manotazo lo hace callar. Se desenvuelve de las sábanas y venta de su habitación para despertar a Mateo, ya que comienza su primer día en la escuela nueva.

Sofi se dispone a preparar el desayuno a gusto de Mateo «cereales Kellogg's con miel y su té con limón y también miel», siendo una debilidad para el chico; todo lo que contenía azúcar lo podía sustituir por miel.

— Deberías comprar un auto —sugiere el niño en cuanto subieron al taxi para ir a la escuela—. Te sería más económico que gastar en un taxi todos los días.

—Quizás.

—Te sería más económico que tomar un taxi cada mañana.

—Veremos ese tema luego —Lo observa y le dedica una sonrisa—. ¿Estás nervioso?

—Para nada.

—Ay, mira. Allí están Aye y Lina —suelta con alegría poco antes de llegar a la escuela.

—La enana parlanchina va a mí misma escuela?

—Sé bueno con ella; es una niña adorable.

—Es un parlante con dos patas… No es adorable.

—Por favor, Mateo, compórtate como el niño bueno que conozco, ¿sí?

—Está bien —bufa desconforme.

—Bajemos a saludarla —Fija su atención en el taxista—. Espere aquí, por favor —le pide.

—¡Sofi! —chilla la niña en cuanto la ve acercase a ellas.

Mateo rueda sus ojos al escucharla chillar.

— ¿Cómo estás, Aye? —pregunta conforme la abraza.

—Bien —Los ojos de la niña viajan hacia Mateo—. ¿Él viene a esta escuela? —curiosa con un poco de entusiasmo.

—Así es. Es su primer día.

Luego de saludarse y de que Lina despachara al taxista que esperaba a Sofi, planearon que los chicos viajaran juntos para ir a la escuela y así ella y Sofi también llegaban al trabajo juntas. Mateo titubeó en un momento, no era tan buena idea viajar en auto con la enana parlante todos los días, pero le había prometido a Sofi que iba a ser bueno, por lo que se mantuvo en silencio y benefició su destino.

En cuanto llegaron al descanso, fueron recibidos por el inconfundible aroma a café y la melodiosa canción de Franco De Evita, “Tú de qué vas” , provocando que una sonrisa aflorara en ambas, aunque a Lina no le costó mucho al ver al hombre que la esperaba en el mostrado. Sus pensamientos se alborotaron y por un instante pensó que estaba loca; aquel hombre que la miraba expectante y que por obviedad la estaba esperando, no debería estar ahí, debería estar muerto. Con rapidez la razón y la lógica llegaron para hacerla recordar que ese hombre, es el hermano del que sí está muerto. Aunque se haya dado cuenta de ese detalle, no podía tranquilizarse, si ese hombre estaba ahí, significaba problemas. Traga en seco, dejando pasar el mal sabor de verlo e irguiendo la espalda camina hacia él con la barbilla en alto.

— ¿Qué haces aquí? —inquiere al pararse frente a él.

—¿No deberías comenzar con un “hola”?

—No me jodas, Santiago. Tengo mucho trabajo —Da un paso más hacia él—. ¿A qué has venido? Y sé conciso —le advierte.

—Necesito que hablemos sobre mi hermano.

—Tu hermano está muerto —suelta sin un ápice de arrepentimiento—. No hay nada de que hablar.

—Ya sé que está muerto —sisea apretando los dientes—. Pero vas a escuchar lo que tengo que decirte, te guste o no.

Ante la inminente amenaza en la voz de Santiago, a Lina no le queda de otra que aceptar para evitar cualquier inconveniente en su lugar de trabajo.

—Ok —asiente y dirige la mirada a Sofi y Tony que la observaban con preocupación—. Buen día, Toni. Voy a la oficina con el señor —les hace saber y pasa del mostrando sabiendo que Santiago la seguirá.

Luego de entrar en la oficina, Lina se quita su chaqueta y se acomoda en silla con parsimonia, antes de instalarlo a hablar.

—Sé que Donovan mató a mi hermano.

 —¿Y a mí eso me concierne por…?

—Quiero que me ayudes a vengarme de él, a hacerlo pagar por la muerte de Rafael.

Era claro que Santiago no tiene la menor idea que Donovan ya la tiene en la mira y ella no iba a sumar una más para que Christopher Donovan termine de cumplir con la amenaza directa-indirecta que le tendió la vez que estuvo en su oficina.

—No voy a ayudarte, no es de mi incumbencia —Se eleva de hombros—. Además, tu hermano se rehusó a ayudarme cuando le pedí información con respecto a Dany que había secuestrado a mi hija, ¿por qué yo debería vengar su muerte? Sin contar que esa guerra no es mía.

—Porque una vez fuiste una de nosotros.

Al escuchar esas palabras a Lina se le cortó la respiración por varios segundos, sus pupilas brillaban y miraban con fijeza a Santiago.

— ¿Qué acabas de decir? —inquiere entre dientes levantándose con velocidad y acercándose como un animal de caza, lanzándose contra su presa—. Repite lo que ha dicho —exige a centímetros de su cara y con sus manos tomándole el cuello de la camisa.

—Es la verdad, Lina, eras una de nosotros; nos los debes —esboza con la voz ahogada por el presionado proporcionado en el cuello.

Pero no iba a ser violento con ella, él quiere y tiene que hacerla entrar en razón para que lo ayude, sabe que es la única que puede hacerlo, ya que los demás, o están muertos o están del lado de Christopher. Sin contar que ella conoce algunos de los movimientos de Donovan.

—Yo no soy una de ustedes y no les debo nada —Eleva la voz a un hilo de que se convertirá en un grito eufórico—. Quiero que te largues de mi restó y no vuelvas a aparecer, no quiero volver a ver a ninguno de ustedes —concluye controlando las riendas de su voz.

—¡Tienes que ayudarme! —gruñe en casi un grito.

—Deja los lloriqueos y arregla tus propios problemas…

—¡¡Lina!! —interviene Alex entrando en la oficina y sacando a Santiago de las manos de su mujer lanzándolo contra la pared a metros de ellos.

—¡¡Quiero que te largues!! —le grita ella.

—Lina, ¿quién es este tipo? —pregunta, cubriéndola con su cuerpo.

—Es el hermano de Rafa.

Alex la mira con velocidad y en sus ojos se pudo ver el miedo; Recuerda muy bien quien era Rafa, cuando lo encontró atado en su cama, esa vez que Lina se escapó de ellos. Pero lo peor que le recordaba Rafa, era el secuestro de Aye y luego el de Lina, todo el miedo y la desesperación que padeció en esos momentos, cuando Dany estaba con vida y acechándolos.

Aprieta los dientes haciendo rechinar, oprime los puños con fuerza y ​​se lanza hacia Santiago. Comienza a golpearlo, liberando toda la angustia que había acumulado en ese tiempo. Santiago cae al suelo, pero Alex no deja de pegarle, la sangre brota a borbotones de la cara de Santiago, manchando las manos de Alex y más también. Lina al ver que no dejaba de golpearlo, que estaba poseído, sale apresurada a buscar a un par de custodios para que lo separen de Santiago antes de que lo matara a golpes. Ella jamás lo había visto de esa manera, él siempre fue el más racional y controlador de los dos, pero en ese momento, Alex le estaba mostrando otra parte de él y no podía decidir si le agradaba esa violencia que emanaba con todo su esplendor o si le daba miedo verlo de esa manera. Ese hombre no era Alex, no era su hombre, el que era muy metódico y organizado, el que todo tenía que ir de una manera. Alex destilaba posesividad, superioridad y respeto, se hacía respetar, pero no a través de la violencia. No a través de esa violencia descontrolada que estaba propinando en ese preciso momento.

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