Mientras todos seguían jocosos por el embarazo de Sole, Sofi se acerca a Gaby, que estaba buscando música en el reproductor que se encontraba sobre una barra precaria que armaron para la bienvenida de los recién casados. El morocho se encontraba demasiado concentrado en su tarea, que no se percata de la presencia de la joven hasta que ella carraspea para llamar su atención.
—Oye, Sofi, ¿quieres tomar algo? —pregunta, luego de girarse—. Debo aclarar que hago unos tragos que hacen perder el conocimiento, por lo tanto, no me hago carga si eso te pasa —comenta mostrando una sonrisa ya que ella no decía nada.
—No… Estoy bien, gracias —titubea y esquiva la penetrante mirada del joven.
—Bien, nada de alcohol. Mmm… ¿Algo natural? ¿Jugo? —Es consciente que algo quiere, pero no sabe con exactitud qué, ni cuándo se va a dignar a hablar.
—No tengo sed —Toma una respiración profunda para obtener valor—. Necesito pedirte un favor —murmura mirando sus manos.
—Soy bueno haciendo favores —esboza con una sonrisa, al tiempo que de un brinco se sienta sobre la precaria barra—. ¿Qué favor necesitas de mí? —Ladea la cabeza observando en sonrojo que se le arremolina a la joven en las mejillas.
La verdad es que él se está divirtiendo a lo grande incomodándola de esa manera, no lo hacía por pura maldad, simplemente le causa gracia que una chica de su edad fuese tan tímida; en estos tiempos es difícil encontrar a alguien así, tan frágil e ingenua, podría decirse que, hasta pura, eso le hace pensar que Ian es un idiota si pierde a esa chica por sus estúpidos prejuicios, más sabiendo de dónde viene ya lo qué se dedica; es una buena mujer e Ian la estaba cagando olímpicamente.
—Bueno… Es algo complicado… Quizás —balbucea.
—A ver, Sofi, no tengas miedo en pedirme algo —La observa y nota que no lo mira a la cara—. Quieres pedirme que pase la noche en tu cama —acusa, finciendo asombro y se lleva la mano a la boca como hacen las mujeres. Al escucharlo decir eso, ella lo mira con brusquedad y él sonríe satisfecho por conseguir su propósito. La joven lo observa con vergüenza y asombrada por la errónea deducción—. Vamos, no te pongas así. Como no me mirabas, necesitaba hacer algo para que lo hicieras. ¿Qué quieres pedirme? —repite, pero esta vez sin mostrar ninguna clase de descaro.
—Bueno, quería pedirte la dirección de Ian —Suelta el aire contenido y luego se apresura a decir—. Claro, si es que no te meto en ninguna clase de compromiso o provoco que se enfade contigo. Si es que Ian va a enojarse contigo, olvida que te pedí eso. Sé que es una intromisión a la privacidad y eso no se hace, pero es que de verdad me gustaría aclararle un malentendido que hubo —Ella habla prácticamente sin respirar, Gaby solo se limita a verla y sonreírle, él iba a dejar que hablarse hasta que jadee por un poco de aire y después, con tranquilidad y parsimonia, le daría la dirección de su compañero y amigo sin ningún problema, además, esa chica se preocupaba por no querer meterse en la vida privada de Ian, cuando bien se sabe que él se metió en la de ella, hasta la siguió el muy hipócrita—… mejor olvídalo, haz de cuenta que no te dije nada, que no te pedí nada; Esto es una locura, gracias igual, Gaby—Termina con su monologo y cuando está a punto de irse, el morocho brinca de la barra, le toma la muñeca, la obliga a girar y le sonríe con complicidad.
—¿Terminaste?
—Sí —responde soltando un suspiro y bajando la mirada.
—Ok, dame tu celular.
-¿Paraca?
—Dámelo y lo verás —Extiende su mano y mueve los dedos para que, la joven, apure con su pedido. Ella dubitativa acata la orden para luego observar como él escribe en el aparato algo que ella no logró ver—. Toma —Ella agarra su móvil y observa, un poco perdida, lo que dicta en el block de notas—. Es la dirección; la calle, la altura, las entrecalles, todo. No puedes perderte —Se gira sobre sus talones para continuar con su tarea.
—Gaby —Él se gira a observarla—. Gracias.
—No hay problema —responde elevándose de hombros—, pero si te última, me dices y le doy un par de ganchos para que no joda a más nadie —Eso la hace reír.
—Gracias, pero no creo que haga falta.
—Segura? Mira que también la podemos mandar a Lina, ya una vez lo hizo morder la lona y te digo que ganas no le faltan para darle otra sacudida —suelta de manera divertida.
— ¿De verdad Lina hizo eso? —pregunta sorprendida ya que ve a esos hombres muy grandes y fuertes, y Lina, tan solo es una mujer de casi la misma complexión que ella. Es consciente que pelea, que sabe defenderse, pero de ahí a que les diera una paliza a algunos de ellos, no podía creerlo.
—De verdad —asiente—. El muy idiota subestimó a la mujer, la subestimó a ella y no es muy inteligente subestimar a la mujer, menos a Lina, bueno, ya sabemos que es muy feminista, así que, de un movimiento rápido lo puso de cara en la lona con la cabeza entre sus piernas esperando a que Ian se sumiera, cuando lo hizo lo soltó —Suelta una carcajada al recordarlo y por la cara de incredibilidad de Sofi—. Oye, si no me crees pregúntale a él —Ella niega con la cabeza divertida—. No conoces a Lina, ella puede hacer que cualquier hombre bese la lona —seguro, pero ya hablando con más seriedad.
—Si te soy sincera me cuesta creerlo, es decir, ustedes son muy grandes y Lina no lo es, es casi como yo de chica. Ustedes son fuertes, no digo que Lina no lo sea, pero somos sinceros, no podemos comparar la fuerza de una mujer con la de un hombre.
—Si Lina te escucha decir eso, te exilia del género femenino —entona riendo—. No se trata de fuerza, es obvio que un hombre es mucho más fuerte que una mujer y más los hombres como nosotros que entrenamos todos los días y estamos preparados para luchar en cualquier momento, sin contar que somos más grandes que ustedes, pero lo que usa una mujer es justamente eso: su estatura, su agilidad, como dije antes, no se trata de fuerza, si no de ingenio y sorpresa. Eso es lo que Lina usa mucho, el ataque sorpresa, nunca sabes por dónde va a venir a golpearte y al no ver de dónde viene el golpe, no estás preparado y es ahí donde te desestabiliza. Lina es muy difícil de leer, simplemente te muestra la cara de póker, ni siquiera su cuerpo hace algún atisbo de a dónde va a dar el golpe, es muy impasible en una pelea, en cuanto te dio el ataque sorpresa y descubrió tu punto débil, estas jodido, eso es lo que ella hace: observar, ataque sorpresa, punto débil, besas la lona. Así de sencillo.
—Mmm… Entiendo, parece fácil, pero dudo que lo sea.
—No, en realidad no lo es. Hace falta mucha práctica y concentración. Lina lleva unos cinco o seis años entrenando, es casi una profesional —le dedica una sonrisa para aliviar la concentración al escucharlo.
—Apuesto que fuiste tú quien la llevó a entrenar.
—Nop. Fue un amigo, él la instó a que entrenará con nosotros, hasta la llevó a las clases de tiro y ella contenta andaba pegada a nosotros como lapa —Muestra una sonrisa melancólica al recordar esas travesuras que llevaron a cabo con Lucas, su mejor amigo y hermano de corazón, la persona en la que más confiaba y que ya no está.
—Bueno, no te molesto más, te dejo que sigas con tus dotes de dj.
—Soy mejor que ese niño de mami de Martin Garrix —le guiña un ojo y sigue con lo suyo.
Ella lo observa por unos segundos, guarda su celular en el bolsillo de sus pantalones cortos, después se da vuelta y con una gran sonrisa se une a sus amigos que se están riendo por unas de las anécdotas de “amores de perro” como lo llama Tony a sus malas relaciones.
Luego de la bienvenida, Lina, Alex y la pequeña Aye, se fueron a llevar al joven al aeropuerto. La preocupación estaba marcada en él y Lina, por más que le dijera que todo iba a estar bien, mientras estuviese afuera, y que él mismo se lo repitiera una y otra vez, no lograba calmar su ánimo y miedos por dejarlas solas en esos momentos.