Capítulo 32

Un nuevo día comienza y con ello la chica castaña de ojos verdes emprende su despertar, con toda la pereza que una persona puede llegar a asumir dentro de sí misma. Sofi se sienta de la cama obligada, ya que su amigo y compañero de trabajo está en la cocina preparando el desayuno, sin embargo, quiere dormir media hora más antes de ir a trabajar. Así que se deja caer otra vez y se tapa hasta la cabeza.

—Vamos, Sofi, no quiero llegar tarde por tu culpa —reprende el boricua conforme le toma el tobillo y tira de él.

—Tony, no me esperes, yo voy después.

—Sofia Stagnaro, si no levantas el culo de la cama por tu cuenta, lo vas a hacer cuando sientas un balde de agua fría caerte encima —La amenaza fue latente para que Sofi abra los ojos con brusquedad y lo mire sorprendida.

—Bien, bien. Ya estoy despierta —indica arrugando la nariz.

—Eso está bien. Ahora levántate y ven a desayunar —ordena, moviendo las manos con gracia.

Refunfuñando se levanta de la cama y camina hasta la cocina. El aroma a chocolate caliente ya bollos de limón, le hacen despertar el apetito; es su estómago que con un rugido le avisa que debe espabilar y comer. Se acerca al boricua que ya se encontraba sentado en la mesa, le da un beso en la coronilla de su cabeza y se sienta donde él le indicó sutilmente poniéndole la taza de chocolate caliente.

—¿Qué haces tan temprano? —cuestiona tomando su taza para darle un sorbo y saborear lo dulce de la combinación del chocolate con canela. Tony tiene una especialidad innata con las delicias dulces y ella tiene una debilidad adictiva por las delicias que le prepara y uno de sus favoritos es el chocolate caliente con canela.

—El desayuno —responde y la mira elevando las cejas como diciendo “no es obvio”. Ella ignora la escasa respuesta y sumerge un scon en el chocolate—. No hay mares repugnantes.

—Yo como así —Encoge los hombros haciéndole saber a su amigo que no le importa su desagrado por la peculiar forma de ingerir los alimentos.

—Pero así no se viene —La mira con severidad.

—Me gusta la combinación del ácido del limón con lo extremadamente dulce del chocolate y la canela —explica sin mostrar nada de remordimiento.

—Es desagradable. En realidad, todas las mezclas que haces con tus comidas son un tanto desagradables.

—Da igual, si después se mezcla todo —Está claro que muy poco le importa a ella que la reprenda por sus gustos culinarios.

—No tienes arreglo —niega el boricua, pero ella lo ignora y sigue su ritual con el desayuno—. ¿Vas a hablar hoy con nuestro Dios del agua?

—Sí —Asiente con la boca llena, luego traga—. Cuando salga de trabajar voy a ir hasta la casa.

—¿Sabes dónde vive?

—De hecho, no; Nunca fui, si eso es lo que te corroe. Anoche Gaby me dio su dirección —Lo saca un poco de sus dudas.

—Y estás segura que va a estar en su casa y no trabajando, es decir, por lo que tengo entendido que ellos no tienen horario —Sofi ya pensó en eso, pero no quiere perder mucho tiempo para hablar con Ian sabiendo que solo quedan días para que su añorado sueño se cumpla.

—Lo esperaré.

—Bien —Tony suspira y decide cambiar de tema—. ¿Cuándo llega?

—La semana que viene más tardar, todavía no tienen una fecha fija, pero por suerte ya está toda la documentación que anuncia que es mío —Lo mira y le sonríe con sus ojos brillando por la emoción—… y yo de él —concluye.

—Ojalá sea pronto, muero por conocerlo. No es lo mismo que tú me hables del niño todos los días, a que yo lo vea con mis propios ojos —expresa, contagiándose de la misma emoción que embarcar a su amiga.

—Te va a encantar, ya verás. Llevo años viéndolo crecer y superar muchas cosas, es un niño muy fuerte —cuenta con ojos soñadores.

—Tiene que serlo para pasar por las cosas que me contaste y todavía querer seguir adelante.

—SÍ —dice suspirando—. Sabes, cuando miro a esos chicos del hogar y veo las ganas de vivir que tienen y cómo se empeñan en llegar a hacer alguien… me hacen pensar si hice bien en renunciar a la empresa de mis padres, es decir, esa empresa es un esfuerzo de ellos… de mi padre, y yo simplemente la rechacé y se la entregué a alguien más —Sus ojos ya no brillan por emoción, si no por tristeza.

—No se la entregaste a alguien más, si no a tu abuela. Ella va a saber llevar bien el negocio de tu padre y, además, no puedes atarte a algo que no te hace feliz… "Bambino vicolo cieco" te hace sentir bien, plena y feliz; usate gran parte de lo que heredaste para ayudar a los que más necesitan, que son los chicos, los que siempre terminan en medio de atrocidades por parte de los grandes, a todos ellos que hoy no tienen a nadie, ni a donde ir… tú les diste una oportunidad, les diste una familia, un lugar a donde ir, les diste una nueva vida; yo creo que tus padres están orgullosos de ti y estoy seguro que si estarían hoy aquí te lo harían saber —Le toma la mano y le da un presionado para enfatizar sus palabras y hacerla saber que tiene su apoyo incondicional.

—Gracias —murmura, conteniendo el remolino de emociones en su garganta y el diluvio de lágrimas que quieren hacerse presentes en la conversación.

Cuarenta minutos después, se encontró en el resto haciendo sus tareas. Los primeros acordes de “Hips don't lie” de Shakira comienzan a llenar el ambiente con una atmósfera alegre. Tony sale de la cocina moviendo las caderas al compás de la música haciendo que Sofi ría por esa osadía.

—Ahora las tetas —Se escucha a Lina, que entra justo en el momento coreográfico del boricua.

Ella comienza a mover los pechos haciendo bailar sin que otra parte de su cuerpo se mueva. Tony la imita, aunque no pudiendo mover el pecho sin que se muevan sus hombros. Sofi no para de reír al verlos bailar y para cuando la canción cambia a Beautiful lier de Beyonce, se deja escuchar un aplauso detrás de ellos, provocando que se detengan con brusquedad.

—Oh, Diosa Vampírica —chilla Tony al ver al intruso.

Las dos mujeres estaban totalmente de acuerdo con la expresión de Tony, frente a ellos se encontraba un hombre alto de pelo negro, ojos cafés tan oscuros que casi parecían negros, cejas abultadas y negras, unos labios voluptuosos y una barba de dos días que lo hacía ver extremadamente sexy y serio. Vestía un traje azul cobalto a medida y una camisa blanca, no llevaba corbata, ni siquiera un mísero moño y así se veía elegante e importante.

— ¿Diosa vampírica? —repite Lina mirando al boricua, divertida.

—Da gusto que te reciban así para desayunar —esboza el intruso al mismo tiempo.

—Sí, bueno, después de las veintidós horas puedes deleitarse con nuestra cena show —bromea Lina.

—Me encantaría verlo —Tony suspira al escucharlo.

—Basta, Tony —reprende Sofi en voz baja.

Se escucha que la puerta se abre y detrás de ella aparece una mujer alta, demasiado delgada, cabellera rubia, ojos grandes y celestes, un vestido negro que se le pega a su cuerpo como una segunda piel que, con elegancia, se acerca al hombre colocándole una mano sobre el hombre masculino.

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