Capítulo 19

Ian abre los ojos con lentitud siendo despertado por los rayos de luz que entran por la ventana. Una sonrisa se le dibujó en el rostro al pensar en la cara que iba a poner a Sofi en cuanto vea lo que él preparó para ella en el cuarto continuo.

Él vive en una casa bastante prominente, después de estar unos meses alquilando cuando llegó a Buenos Aires y decidió quedarse, también decidió comprar una casa y dejar de pagar el alquiler de un apartamento insignificante. La casa es de dos pisos y tiene cuatro habitaciones, las cuales están amuebladas para los invitados, hasta que se comprometió en cumplir las fantasías de la chica de la sonrisa tímida. En uno de esos cuartos había preparado una gran sorpresa para Sofi y estaba dispuesto a que este fuera el día para empezar a utilizarla para el compromiso que le hizo. Este iba a ser el gran día; iban a empezar con las fantasías de ella como era debido.

De un salto sale de la cama y se va directo al baño a ducharse. A los veinte minutos sale con una toalla envuelta en sus caderas; se pone un bóxer, una camiseta gris humo de magas cortas, unos jeans negros y botas montañesas. Toma las llaves de su camioneta y venta en dirección al apartamento de Sofi, sabe que es su día libre y quiere llegar temprano para, primero llevarla a desayunar y luego mostrarle su sorpresa.

Después de cuarenta y cinco minutos llega al edificio, pero la sorpresa se la lleva él. Otra vez estaba ese auto en la puerta y Sofi subía a este sonriendo. Al segundo de ver esa escena, la sangre le empezó a hervir, sus manos empezaron a sudar y su corazón a latir con fuerza. Tensó la mandíbula y presionó el volante del auto amenazando con sacarlo de lugar. En cuanto el vehículo intruso comenzó a moverse, salió tras él sin pensarlo ni siquiera un segundo.

Manteniendo la distancia, lo siguió sin dejar de pensar quién era ese tipo ya dónde se dirigían. No podía pensar en otra cosa con claridad, solo en el tipo que estaba en el auto delante de él y que llevaba a Sofi.

Se está volviendo loco, un montón de posibilidades se le vinieron a la cabeza, pero no quiere pensar en eso, ya que ninguna era buena.

«No podía ser el novio, si fuera así no se hubiera acostado con él. Pero entonces, ¿quién era?»

El auto estacionó frente a una enorme casa de tres pisos, el parque que la rodeaba ocupaba toda la manzana. Desde donde estaba aparcado podía ver que tenía un estilo colonial, el portón era eléctrico y había un gran porche enfrente.

Ve a un hombre mayor asomarse a la puerta del copiloto y la abre para que Sofi pueda bajar, espera al hombre que se acerca a ella poniendo su mano en la espadada e instándola a caminar hacia las grandes y dobles puertas de la entrada.

—Genial, anda con un ricachón —masculla, apretando la mandíbula de la rabia que siente al verla así. Verla con otro. En cuanto la perdió dentro de la casa, buscó su teléfono y marcó—: Morgan, habla Russel, necesito que me busques el dueño de la propiedad de una dirección que te voy a dar, pero lo necesito para ayer.

—Bien, diez centavos —le dicen del otro lado.

Le pasa la dirección y Morgan le indica que en cinco minutos lo volvió a llamar ya con la información que le había pedido. Ian no se movió de donde estaba y tampoco sacaba la vista de la casa en donde había desaparecido Sofi en su interior, prácticamente no respiraba.

Y así fue, a los cinco minutos sonó su teléfono y en el primer repiqueteo lo atendió.

-Diez centavos.

—La propiedad le pertenece a Sofia Stagnaro —le comunica.

—¿A quién? —pregunta con incredibilidad.

—Sofia Stagnaro —repite el chico—. ¿La conoces?

—Creo que no —y era cierto lo que pensaba, en definitiva, no sabía quién era Sofi—. ¿Qué más puedes decirme sobre la mujer?

—¿Es para un caso?

—Sí —Miente.

—No hay más nada, Russel.

— ¿Cómo que no? —casi pega un grito; toma aire y calma su ira—. Tiene que haber algo más, Morgan, es imposible que no haya nada.

—Tiene su expediente cerrado y con clave —le informa.

— ¿Cómo es eso? —pregunta perdiendo los estribos.

—Lo cerraron hace unos meses; solo la persona que lo cerró y que esté autorizada, puede acceder a esta información. Lo lamento, Russel, pero no puedo hacer nada.

—¿No puedes hackearla? —cuestiona saber que es ilegal y lo puede meter en problemas, pero necesita saber de verdad quién es Sofia Stagnaro.

—Podría, pero me pueden detectar, Correa lo haría en un nanosegundo, y no quiero meterme en un problema, Russel.

—Bien —Suspira—, al menos me puedes decir quién bloqueó el expediente.

—Sí, fue... Gabriel Medina —Esa información lo deja sin palabras y en un mutismo total—. ¿Russel?

—Sí... Sí... Gracias, Morgan; te debo una —Termina la llamada y se queda mirando, sin ver, hacia la casa de tres pisos.

A los segundos sale de su estado catatónico y vuelve a tomar su teléfono ya marcar.

—Vamos, Medina —murmura fastidiado al ver que Gaby no atiende.

Después de llamarlos unas cuatro veces, se da por vencido y decide ir a buscarlo. Al llegar a la casa de Gaby, después de haber tocado el timbre casi por Diez minutos, desistió y fue directo a la casa de Lina para hablar con ella. Si Gaby fue el que bloqueó la información de Sofi, Lina tiene que saber el motivo. Con ese pensamiento se dirigió hacia la casa de la castaña. Quince minutos más tarde, se encontraba cruzando la puerta de la casa de la joven, pero no era ella quien estaba, si no Alex.

—¿Por qué esa cara? —le pregunta.

—Tengo que hablar con tu mujer —suelta el rubio.

—¿Saben algo de Christopher? —se preocupa Alex.

—No, eso está todo tranquilo todavía.

Se sienta en el sofá de la sala apoyando los codos en las rodillas y tomándose la cabeza con las manos.

—¿Qué sucede, primo?

—¿Qué sabes de Sofi?

—No entiendo la pregunta —Lo mira fijo—. ¿Qué le hiciste?

—No le hice nada —Rueda los ojos—. Quiero saber qué es lo que sabes sobre Sofi, sobre la vida de ella, quién es. ¿De dónde viene?

—La verdad no se mucho de ella, solo que es hija única y donde vive, la que sabe bien es Lina.

—¿Estás seguro de que Lina sabe quién es Sofi?

— ¿Qué es lo que pasa, Ian? Sin vueltas —exige.

—Hace unos días descubrí que un auto importado deja a Sofi casi todas las noches en la puerta de su edificio...

— ¿La has estado siguiendo? —interrumpe Alex con asombro.

—No, no la estuve siguiendo… —Se toma unos segundos—. Salvo hoy —confiesa y agacha la mirada a sus manos.

—Mejor cuéntame bien, antes de empezar a sacar malas conclusiones.

—Está bien —suspira—. Hoy fui a buscarla, pensaba llevarla a desayunar...

—Que romántico —se guasa interrumpiéndolo.

—Alex —advierte.

—Continúa.

—Cuando llegué a su edificio, ella estaba subiendo a este auto importado que casi todas las noches la deja en su apartamento —Toma aire—, entonces, cuando me di cuenta, los estaba siguiendo; ellos llegaron a una casa enorme de estilo colonial —Se calla y mira a Alex tanteando el camino antes de seguir.

—¿Y qué pasó después?

—Llamé para averiguar a quién le pertenece la propiedad… —Observa a Alex—. Y le pertenece a Sofi.

—¿A Sofi? —pregunta, confundida.

—Sí, es una casa que nadie puede tener, Alex, no entiendo cómo tiene una casa de semejante lujo que ocupa toda una manzana y vive en un simple apartamento y encima trabaja de camarera —expone—. Pero eso no es lo único… No pude darme más información sobre ella.

—¿Por qué no? —Alex se encuentra cada vez más confundido sobre lo que le comenta Ian.

—Porque Gaby bloqueó su expediente solo él puede abrirlo, nadie más —le informa con el ceño fruncido y Alex también frunce el ceño.

—¿Y por qué hizo eso? —se pregunta Alex más para él mismo.

-Nariz; lo llamé, lo busqué en la casa, pero no lo encontré; seguro debe estar en algún hotel con alguna de sus chicas —Inspira profunda—. Por eso vine a hablar con Lina, estoy seguro de que ella sabe el por qué Gaby bloqueó su información —mira fija a Alex con ojos de súplica—. Y estoy seguro de que Lina sabe sobre ella.

—Puede ser, pero no deberías preocuparte —le hace saber.

— ¿Qué no me preocupa? —cuestiona sin poder creer que su primo le dijera eso—. Algo pasa con esa chica, algo oculto —dice desesperado.

—Si trabaja con Lina y también es amiga de ella, es porque no debe haber nada malo. Sabes que Lina no confía en cualquiera.

—Pero ¿por qué tanto misterio? —se pregunta el rubio.

—No sé, quizás no quiere que nadie sepa de su pasado… Sofi no parece una mala persona, es más, estoy seguro que no es una mala persona, confío en el criterio de Lina para con las personas y si Sofi no fuera buena, no la tendría trabajando para ella, ni mucho menos le habría abierto las puertas de su casa.

—Quiero hablar con Lina, ella me va a sacar todas mis dudas —Lo mira—. Acompáñame a hablar con ella, si tu vienes conmigo, ella va me va a hablar —le suplica.

—Está bien —acepta suspirando—. Vamos a ver qué tiene que decir Lina sobre esta situación.

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