Capítulo 17

El rubio al verla aprieta la mandíbula y baja la mirada, estaba furioso con ella, estaba furioso porque besó a otro y le vale una m****a que haya sido en la mejilla, tocó a otro y eso era suficiente para que a Ian le saltara la vena del cuello.

—Hola —saluda Sofi al llegar.

—Hola, linda —saluda Lina con entusiasmo—. Siéntate aquí —Le deja un lugar a su lado, justo en frente de Ian.

—Estás hermosa, nena —adula Tony.

Y la verdad que, si estaba hermosa, llevaba un vestido celeste de palabra de honor que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, con una cinta azul en la cintura que le resaltaba el pecho. Para Ian estaba impresionante, pero se obligó a mirar a otro lado e ignorarla.

—Es verdad, Sofi, hoy seguro que vas a tener una mejor noche que la de otra vez —azuza Gaby.

El rubio lo mira de reojo queriendo comérselo crudo por ese comentario, el muy idiota todavía se ríe a su costa.

—Gracias —entona ella, dedicándole una de esas tímidas sonrisas que vuelven loco a Ian.

—De nada —sonríe el morocho—. Espero que no hayas venido en transporte público y sola.

—No; me trajo un amigo.

—Un amigo… ¿Ehh? —aguijonea el morocho haciendo que Ian apriete tanto los dientes que amenazan con partirse.

—Solo un amigo —articula mirando a Ian de soslayo que no le quitaba los ojos de encima.

La camarera se acerca y deja las cervezas sobre la mesa, luego se gira sobre los talones y se retira, no sin antes dedicarle una mirada a Alex, la cual él no se percató, pero Lina sí y le aprieta con fuerza la rodilla.

—Auch —gruñe el audido—. ¿Por qué fue eso?

—Agradécele a la estúpida de la camarera.

Los demás se carcajean, mientras él no entendía a qué venía eso.

—¿De qué carajo hablas?

—La camarera te hizo ojitos —interviene Tony que no se pierde nada conforme imita la mirada de la chica.

—Y yo ¿qué culpa tengo? —pregunta, desconcertada. Ella solo se eleva de hombros—. No es mi culpa que me miren o que me hagan ojitos como dijo Tony.

—Solo mantén tus pelotas en su lugar, al menos que yo diga lo contrario —le advierte Lina.

—Después el posesivo y controlador soy yo —se mofa.

—Ian? —Se escucha la voz seductora de una mujer.

Todos miran hacia donde venía aquella voz y encuentran a una mujer rubia y alta con un vestido rojo demasiado corto.

—Hum… Hola.

Sabía que se había acostado con ella, pero no se acordaba su nombre.

—Pensé que no te gustaban estos lugares —le dice la recién llegada.

—Y así es, no me gusta —responde bajo el escrudiño de todos los presentes en la mesa—. Estamos aquí por ella —Señala a Lina.

—Ah, hola.

—Hola —corresponde Lina, mirándola de arriba abajo haciendo un gesto desaprobado. Alex se da cuenta y le aprieta la rodilla como anteriormente le había hecho ella—. Oye —aúlla.

—Me la debías —le susurra Alex.

—¿Cómo te llamas, rubia? —curiosa Gaby para sacar la mirada sobre Alex antes de que Lina la vea y se arme la trola.

—Anahí.

—Que le pregunte de qué tribu es —masculla Lina.

—Basta —murmura Alex de manera de orden en el oído conforme le aprieta la cadera.

—Es un lindo nombre mapuche —se guasa Lina sin aguantarse e ignorando el presionado que le daba Alex en la cadera.

Todos en la mesa estaban frunciendo la boca para no reírse delante de la pobre chica flojita de ropa.

—Eres mala, Ángel —habla Alex por lo bajo.

—Bueno, sí, algo así escucha; la verdad no sé bien qué significa ni de dónde viene el nombre —explica la joven media avergonzada.

—Bueno, como dije es un nombre...

—Vamos a bailar —interrumpe Alex levantándola, antes de que arme alguna grande con la chica nueva.

Se la lleva a la pista y comienzan a bailar ignorando a los demás. Al menos eso pensaba Alex, porque ella no le quitaba el ojo de encima a la rubia oxigenada, que se sentaba sobre las piernas de Ian y la muy idiota le sonreía provocándola, mientras la tal “Anahí” le acariciaba el pelo.

—Vamos a bailar —le susurra Tony a Sofi.

Ella asiente y salen a la pista, sin embargo, en cada oportunidad o cada vuelta, miraba a Ian y casi deja de respirar cuando lo ve comerle la boca a la chica. Apretó fuerte los ojos tratando de acomodar sus pensamientos.

—¡Voy a buscar algo para beber! —grita por encima de la música.

 Antes de que ella pueda llegar a la barra una mano se posa en su cadera haciéndola girar.

— ¿Quieres bailar? —pregunta un joven. Ella mira en dirección a Ian y ve que todavía tiene a la Barby plástica encima.

—Claro —responde aceptando ir al centro de la pista.

—¿Cómo te llamas?

—Sofía y, ¿tú?

—Javier —Luego se acerca a su oído—. Tienes un bonito nombre.

Sofi se ruboriza y agacha la mirada, el chico se sonríe y sigue bailando.

Mientras tanto, en la mesa en donde ya se encontraban Lina y Alex que observaban la situación «Lina no dejaba de sonreír», Ian seguía con la rubia en sus piernas, Tony bailaba con dos a las vez y Gaby ya había encontrado una colorada, la cual tenía contra una pared.

—Tiene una gran espalda —habla Lina a nadie en particular, mirando al chico que bailaba con Sofi que en verdad era bien parecido, alto, moreno y, como había dicho Lina, tenía una amplia espalda.

Ian mira la dirección fijada por Lina y ve a Sofi bailando con un tipo que supuestamente Lina tiene una gran espalda.

—Son esteroides —escupe.

—Yo creo que no, creo que eso es trabajo de gimnasio —aguijonea sonriendo.

Él la ignora y sigue mirando hacia donde está Sofi, sin darse cuenta, sienta a la rubia a su lado sin siquiera mirarla, aunque la chica parecía no darse cuenta por enterada, solo seguía acariciándole el cabello, muy melosa.

—¿Cuánto crees que van a durar así? —le murmura Alex a Lina.

—Solo hasta que el chico le ponga las manos en el culo.

—¿Cómo sabes eso?

—Es tu primo, lleva tu sangre, así que me juego lo que quieras que es igual de posesivo y controlador que tú —comenta con una sonrisa.

—Es lo más estúpido que he escuchado —Se carcajea.

—¿Qué quieres apostar? —Lo mira con seriedad—. En cuanto el tipo le ponga la mano en el culo, tu primo se va a levantar como leche hervida.

—Bien, si no se levanta, harás lo que yo quiera el próximo fin de semana —Se acerca más a ella—. Cómprate rodilleras —le susurra mostrando su media sonrisa y sus ojitos de hotel. Lina traga en seco sin poder darle crédito a lo que acaba de escuchar.

—Bien, si se levanta el que va a hacer lo que yo diga por el fin de semana vas a hacer tú —Lo señala—. Estarás a mi merced —Al minuto, Ian se levanta como si tuviera un cohete en el culo y Lina al ver hacia donde se dirige se carcajea y más al ver que el tipo le está agarrando el culo a Sofi y peor aún cuando ve la cara de cachorro abandonado de la rubia oxigenada—. Todo el fin de semana a mi merced —canturrea ganándose un beso devorador.

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