—¿Por qué el apuro? —indaga Gaby viendo como el rubio se apresuraba a recoger sus cosas para salir de la estación de policía.
—Tengo que llegar a casa, Sofi fue a buscar las cosas que quedaron en su apartamento y quiero llegar lo más pronto posible para ayudarla —le explica el rubio poniéndose su chaqueta de cuero.
—Todavía me cuesta creerlo —murmura Gaby con una media sonrisa en su rostro.
— ¿Qué cosa? —pregunta Ian entrecerrando los ojos a su dirección.
—Todo esto —El morocho hace un ademan con las manos a cubrir todo el lugar—. Ustedes juntos, casados, viviendo bajo el mismo techo, verte salir corriendo para encontrare con ella, para llegar a casa y estar con tu mujer… No sé —deja salir el aire de sus pulmones—… nunca pensé que te podría pasar, no me malinterpretes, me pone muy feliz verte feliz y que esa mujer haya podido domesticar, pero sigue siendo raro —Ian no le quita la vista de encima procesando todas las palabras de Gaby—. No me hagas caso, creo que necesito una cerveza para pasar este estresado día.
—¿Estás melancólico? —pregunta con un deja de burla.
Gaby se carcajea y sacude su cabeza.
—Nada de eso. Solo necesito una cerveza.
—¿Vas a ir al antro? —curioso Ian haciendo su camino hacia las puertas del establecimiento.
—No lo creo, estoy cansado y no hay nada bueno esta noche en ese lugar.
—Estamos a miércoles y nunca tuviste problemas con ir un miércoles, nunca tuviste problemas en ir cualquier día de la semana —Lo mira de reojo—. Ahora que lo pienso bien, hace un tiempo que has estado yendo los jueves solamente. ¿En qué andas Medina?
—En nada y no voy solo los jueves, pero hoy de verdad estoy cansado —entona quitándole importancia.
— ¿Cuándo vas a ser sincero ya decirme lo que pasa? Estás raro, hace días y sé que algo está dando vuelta en esa morena cabecita tuya.
—No hay de que preocuparse —le sonríe mostrando encanto.
—Deja esa sonrisa divina de "puedo bajarte la luna" para las mujeres, yo no creo una sola palabra de lo que dices —reprocha Ian frunciendo el ceño.
—Tranquilo, querubín, ya te dije solo estoy cansado, nada más —asegura Gaby sin dejar de sonreír.
—Por hoy voy a dejarlo pasar.
—Vaya, hasta ya estas sonando como un padre —se burla y luego se carcajea cuando escucha como Ian gruñe.
— ¿Algún día vas a asentar cabeza? —cuestiona el rubio recargándose en su camioneta y cruzando los brazos al pecho.
— ¿De qué carajo hablas? —el morocho arruga la frente.
— ¿Cuándo vas a dejar que una mujer entre? ¿Cuándo vas a terminar de llevar mujeres a la cama y despacharlas al día siguiente? —suelta las preguntas mirándolo fijo a los ojos y provocando que Gaby se estremezca ante aquel cuestionamiento.
—No tengo necesidad de dejar entrar a nadie —respondió encogiéndose de hombros.
— ¿Qué m****a es esa? Todos tenemos necesidad de dejar entrar a alguien, de dejar entrar a la indicada y dejar de jugar a los adolescentes promiscuos todo el tiempo —le hace saber mostrando su incredibilidad.
—Sofi hizo un gran trabajo contigo —se mofa Gaby.
—Hablo en serio, Gaby. ¿No tienes ganas de llegar a casa y que alguien esté esperando por ti, de despertarte en la mañana y sentir el calor de la persona que amas presionando un costado de tu cuerpo? Dios, yo no sabía lo que era eso hasta que Sofi me lo enseñó.
—Ian… El amor nunca me jugó un favor y, para ser sincero, no necesito que nadie me esté esperando, nadie entra a mi casa en ese plan y nadie va a entrar —afirma con severidad.
—Cuando la indicada golpee tu lindo rostro bronceado vas a dejar de pensar de esa manera —esboza separando su cuerpo de la camioneta.
—No creo en eso de la indicada, pero si llega ser así, cuando la indicada golpee mi lindo rostro le voy a devolver el golpe sobre una cama y desnuda bajo mi cuerpo.
Ian se ríe moviendo su cabeza de manera negativa y se limita a abrir la puerta de la camioneta para entrar.
—Quizás solo no estás viendo más allá de lo que te da la punta de la nariz —dijo eso sube a su camioneta y sale del estacionamiento dejando a un Gaby con el ceño fruncido y confundida.
—Desde que esta con Sofi es peor que una jodida patada en las pelotas —bufa mientras hace su recorrido hasta el lugar donde está su Harley.