Día presente…
La puerta de la oficina de Alex se abre de golpe, dejando entrar a un Erik casi eufórico y muy sorprendido.
—¿Puedes creerlo? Yo no caigo todavía, aquella chica era Sofi. De ninguna manera, es una completa locura.
Alex mira a su amigo hablar sin parar mientras que, el recién llegado, se acerca hasta su escritorio sentándose frente a él.
—Es el jodido destino, amigo mío.
—Cuando Sole se entere de esto va a perder la cabeza —exclama Erik.
—Lina también; en cuanto sepa de la boda y de que ya se conoción su cabeza va a estallar.
—Es el destino, Alex; esos estaban destinados a estar junto.
—Estas son las historias que le gustan a Sole, ¿verdad? —le pregunta Álex.
—¿Qué? Estas son las historias que ella ama.
Por la noche, Alex se prepara para ir a casa con su mujer e hija. Extraña mucho que Lina no pueda salir de la cama y se le aparezca en la oficina sin ningún propósito más que tener sexo, pero pronto estaría su mujer de vuelta y estarían con sus locuras de nuevo.
Al llegar a casa y subir al cuarto de su niña, descubre que Aye ya estaba dormida, por lo que se direcciona hacia su habitación rezando que su mujer no estuviese dormida, ya que muere de ganas por contarle lo de Ian y Sofi. Por suerte Lina no estaba dormida, seguía en la cama viendo una película de acción, muy concentrada. Su hombre entra dedicándole una sonrisa, después de darle un casto beso en los labios, comienza a quitarse el saco, luego la corbata y la camisa para ponerse ropa más cómoda mientras comienza con la historia de Ian y Sofi. Comenzando por el principio.
—¡Que carajos! —fue la reacción de Lina al escuchar el relato de Alex—. Sole debe saber esto.
—Ya se lo debe estar contando a Erik; no te preocupes —le hace saber conforme se acomoda a su lado.
—Debe estar saltando en el lugar como una trastornada —ríe Lina. Se calla por un momento y mira a su hombre—. Una vez estuvo enamorado de tu primo y lo ocultó bastante bien.
—Esa chica le había hecho perder la razón —asiente Alex—. Nunca más lo hemos visto así, hasta…
—Hasta Sofi… o, hasta el recuentro con esa chica, debería decir.
-Si; Todavía no lo creo.
—Me pone muy feliz saber esto, de verdad, ambos se merecen un poco de amor.
Alex le besa la frente y sonríe.
—Yo también estoy muy feliz, pero hay otra temita —tantea.
—¿Cuál? —Lina se acomoda en la cama para poder mirarlo.
—Se casarán en dos días.
—¿Es joda? No me digas que se casarán allá y nosotros no vamos a estar —Arruga la nariz y pregunta—: ¿Estamos invitados a la boda?
Alex se carcajea.
—Estamos invitados a la boda, cálmate. La harán en Italia, Ian quiere que sea allí, en el país natal de Sofi.
—Te estás olvidando de un pequeño y jodido detalle.
—¿Cuál?
—Estoy en reposo, Alex —suelta con enfado.
El joven la envuelve con su brazo y le besa la frente.
—Ya resolveremos eso —Luego de unos segundos añade—: Mi cabeza no para de pensar en ellos. Una vez me dijiste que no creías en las casualidades, pero esto… no sé qué pensar.
—No es una casualidad, es una “causalidad” —Alex la observa sin entender, es decir, ¿estaba diciendo que todo había sido una estrategia de su primo? Imposible, no eran tan inteligentes para algo así—. Es parte del destino, cariño —le aclara.
—Estaban destinados a estar junto —comprende él.
—Sí; como nosotros.
—Yo ayudé con ese destino —esboza Alex con suficiencia.
—A veces necesita ayuda, no es para tanto —bromea su mujer.
—Te salva esa costilla —entona destilando diversión y, por sobre todo, amor.
Mientras tanto, en la casa de los Dunkan, Sole recibió la noticia por parte de Erik conforme cenaban.
Como había predicho Lina, Sole se levantó de un golpe de la silla y comenzó a saltar en el lugar tapándose la boca.
—No lo puedo creer, es como una novela —dice sin dejar de saltar.
Erik la observa sonriendo.
—Deja de saltar, le puedes hacer mal al bebé.
—Es que no lo puedo creer —En eso se queda seria y toma asiento—. Estoy celosa —exclama.
—¿Por qué ibas a estar celosa? —pregunta Erik con desconcierto.
—Ella te conoció mucho antes que yo —Erik se carcajea—. No te rías, no es gracioso.
—De hecho, si lo es. No nos conocíamos, la habíamos visto de lejos, al igual que ella a nosotros.
—Lo que daría por haberte conocido de adolescente —dice sonriendo hacia su marido.
—A mí también.
—Entonces, ¿cuándo viajaremos a Italia?
—Mañana, Alex ya lo arregló todo.
—Pero Lina no puede viajar.
Erik se eleva de hombros.
—Irá de todas las formas. Sabemos que no le dejará pasar esto a Ian.
Sole sonríe.
—No lo hará y Gaby tampoco lo hará, por cierto, ¿ya lo sabe?
—Alex lo iba a llamar de camino a su casa. Él era el encargado de avisarle a los demás.
—Cariño —dice colocándose sobre las piernas de su hombre—, yo no conozco Milán.
-¿No?
—No conozco nada de Italia.
—Que suerte que tengas una boda allí —bromea Erik.
—Debemos hacer varias cosas en Italia —articula moviendo las cejas con sugerencia.
—¿Cómo cuáles? —indaga el joven acariciando la espalda de su mujer.
—Debemos probar las pastas y esos postres —Sin poder evitarlo Erik se carcajea, lejos estaba de pensar que ella hablaba de comida y no de lugares para tener sexo—. ¿Por qué te ríes? ¿Qué pensabas que iba a decir? —sonríe, sabiendo bien lo que su marido se había imaginado—. Que mente pervertida —se burla.
—Tú tienes esa mente sucia que me has contagiodo —sonríe su hombre.
En ese momento suena el celular de Sole que impide cualquier respuesta inteligente por su parte.
—¿Tony, pasa algo?
—Sí, pasa algo —espeta el boricua.
-De acuerdo; puedes hablar cuando quieras —Erik le hace señas para saber que ocurre y ella pone el celular en alta voz—. ¿Hay algún problema en el resto?
—No, Sole, el resto está bien.
—Entonces no entiendo qué es lo que pasa. Pareces enfadado.
—Porque lo estoy. ¿Por qué me tengo que enterar por Alex que Sofi se va a casar? ¿No pudo llamarme ella para contarme?
—Tony, ella no sabe nada.
—¿No sabe que va a casarse? Que ridiculez es esa, por Dios Santo.
—No, Toni; Ella no sabe que nosotros iremos. No debes ponerte así —Se escucha al boricua suspirar—. Oye, piensa en que al fin se arreglaron las cosas entre Sofi e Ian.
—Supongo que tienes razón, pero igual, estoy enfadado.
—Tony, mañana iremos —Sole suelta un chillido de alegría—. Nunca estuve en Italia.
—Yo tampoco —exclama Tony.
Ambos chillan haciendo reír a Erik. Luego de hablar y soñar un poco respecto al viaje a Italia la llamada termina, Sole y Erik deciden ir a descansar, pero Tony opta por dar un paseo cerca del río.
Envuelto en un abrigo, sale a la calle, sale a la luz de la luna tratando de asimilar todo lo vivido, está tan feliz por su amiga, que no puede estar enojado con ella, aunque también debe reconocer que algo de celos siente; Desea mucho tener una historia de amor, cada hombre que se ha acercado a él lo ha decepcionado de alguna manera. El joven se detiene con la vista hacia el río y sube la mirada hacía la luna, proclamo porque alguien se fije en él de verdad, porque alguien le dé amor real.
«¿Cuándo me tocará a mí? ¿Cuándo me amarán?», le pregunta a la luna en silencio.
En eso, escucha una sirena, se gira y ve al compañero de Gaby, Soria, saliendo de un patrullero, se apresura varios pasos logrando atrapar al tipo que se le escapaba. Tony observa con detenimiento o “macho” e imponente que se veía, al apresar al hombre contra el capó del auto y colocarle las esposas.
—Un hombre así necesito —musita para sí mismo.
Soria mete al tipo dentro del patrullero, se sube y el vehículo arranca saliendo a toda prisa. Tony se queda ahí mirando y suspirando.
¿Algún día le tocará?