Capítulo 114

Mateo que no podía dar crédito a todo lo que escuchaba por parte de la mujer, no sabía qué responder y su voz no salía, por lo que se limitó a asentir con la cabeza y tragó con fuerza para pasar el nudo en la garganta. Era un gran día, sin duda. Ian se unía a la familia casándose con Sofi y su abuela, al fin lo aceptaba como su nieto. También se unía a la familia, esa pequeña familia que Sofi le regaló cuando decidió adoptarlo, cada vez se estaba haciendo más grande y eso que todavía no contaba a la gente que esperaba por ellos en Buenos Aires. Los amigos de Sofi, que le dejaron bien claro que eran una familia y que siempre iban a estar para lo que necesitaban.

—¿Me adoptas como tu nieto? —le pregunta cuando encuentra su voz.

—Creo que tú me adoptaste a mí —entona la abuela—. Ya puedes decirme como más te guste. Nonna, abuela, sé que en Buenos Aires dicen de esa manera o nana, como quieras.

—Nonna, me gusta —asiente Mateo parpadeando varias veces para que las lágrimas no cayeran.

—Bien —palmea la mano del niño efusivamente—. ¿Van a quedarse a vivir aquí? —interroga sin perder la sonrisa.

—De hecho —balbucea Sofi—, vamos a volver a Buenos Aires —instintivamente se lleva la mano hacia el dedo donde descansa el anillo de compromiso y la abuela repara en esa sortija y se lleva la mano a la boca después de emitir un jadeo.

—Fue Russel, ¿verdad? —entona con un hilo de voz. Sofi sentada con la cabeza—. Dios, ¿por qué no me lo has dicho? —le reprende Regina.

—Pasó esta mañana, todavía no lo asimilo ni yo —explica Sofi.

—Ni yo —interviene Mateo y la abuela lo mira rápidamente—. Me pidió permiso para casarse con ella, si ella así lo quería.

—¿Hizo eso? —suelta sorprendida y ambos se sonríen ante la expresión de ella.

-Si. Lo hizo —asiente Sofi.

—Vaya, es un poco… Emm… Rústico, pero algunas cosas las hace bien —expresa Regina.

—¿Rústico? —se carcajea Sofi.

—Estoy tratando de darle un calificativo de buen agrado y no sonar tan Cruela de Vil —eso hace que ahora se carcajee Mateo.

—No pareces a Cruela de Vil —refuta Mateo sonriendo.

—Nonna, él es un buen hombre, de verdad que lo es.

—Creo que de eso ya me había dado cuenta. Vino hasta aquí a buscarte, ¿no? —Sofi asiente y le sonríe.

—Van a casarse antes de volver a Buenos Aires. ¿Vas a ir verdad, Nonna? —le pregunta Mateo usando por primera vez el calificativo familiar para referirse a ella, provocando que Regina se estremezca de buen agrado al escucharlo.

—¿Tan pronto? —Gira a mirar a Sofi.

—Quiere hacerlo de esa manera y… Y yo también, de esa manera me gusta.

—Creo que ni uno, ni el otro quiere que alguno se arrepienta —suelta divertida Regina.

—Yo pienso igual —concuerda Mateo.

—A ver, muéstrame esa sortija —le pide la abuela y Sofi se la muestra con orgullo—. Vaya, una hermosa piedra y original, nada de diamante. Me encantó el rubí en forma de corazón.

—Verdad, ¿qué sí? Es muy… nosotros —entona Sofi.

—Eso es lo más importante.

—Mira lo que dice adentro —la i***a sacándose la sortija y llevándola hacia la mano de su abuela.

Ella saca los lentes de un bolsillito de su flamante palazo, unos lentes que se doblan, de tal forma, que las patas se doblan en dos y los vidrios ópticos quedan uno frente a otro, hasta quedar muy chiquitos.

—Enséñame como amar —recita Regina—. Que romántico, ¿seguro que es americano y no italiano? —le pregunta a Sofi haciéndola reír.

—Segurísima —afirma, luego suspira—. Deberías conocerlo bien y también a mis amigos en Buenos Aires, ellos son todos como una gran familia, A través de ellos conocí a Ian hace un año —Cuenta con la mirada soñadora.

—Cuéntame sobre esa gente —la i***a Regina.

Sofi sonríe y comienza su relación, emocionada porque su abuela le pidió saber sobre su vida, y de una manera bien y no para criticarle lo que hace mal.

—Bueno, primero esta Lina, que es dueña del resto donde trabajo, ella es la más fuera de lo normal, es una gran mujer y una gran madre, a pesar de golpes que le da la vida siempre está para su familia y amigos, Aye, su hija es un sol, dentro de muy poquito va a cumplir ocho años —Mateo clava la mirada en Sofi reteniendo la información que se estaba introduciendo en la mesa—, es una niña muy inteligente, ella no tiene papá, es una historia larga esa… Pero bueno, Adoptó a Alex como padre, ella le pidió a él que fuera su padre…

—Ella hizo eso? —preguntaron Regina y Mateo al unísono.

-Si. Por lo que me contaron, una noche cuando ella estaba con Alex. Lina estaba con un problemita, ella le pidió a Alex que fuera su padre, ya que no tenía uno y ni siquiera lo conoció y desde ese día ella lo trata como a un padre y él la trata como a una hija. Alex es el marido de Lina, buen futuro marido todavía no se casaron, pero ya se lo pidieron…

—¿Se lo pidieron? —pregunta la abuela desconcertada.

—Sí, ambos se propusieron matrimonio, primero se lo pidió él, pero ella se negoció y le retó a que lo hiciera de una forma única y original, luego se lo pidió ella en medio del océano lleno de tiburones blancos —la abuela se lleva la mano a la boca—, luego se lo pidió él de nuevo cayendo en picada en el glaciar Perito Moreno.

—Me estás hablando en serio?

—Sí, son una pareja poco común, muy original. Ian es primo de Alex.

Ya veo que lo disparatado viene de familia —masculla la abuela en broma.

—Al menos me pidió que me casara con él a la orilla del río, no cayendo directo a un glaciar.

—Hay que reconocer que fue más prudente y repito, romántico.

—Bueno, luego está mi compañero de trabajo, Tony, él es puertorriqueño, mi protector, a él lo conocí apenas llegué a Buenos Aires y me ayudó muchísimo…

Sofi le contó de todos sus amigos, a los que ellos se consideraban una familia, un poco convencional, pero familia al fin. Ese día fue el mejor día, tanto para Sofi como para Mateo. Su familia crecía y mejoraba, todo iba bien. Dentro de unos días Sofi iba a ser la señora Russel y hasta que eso no pasara, ella no iba a creerlo. Iba a regresar con la abuela que tuvo de niña y casada con el hombre que ama.

Mateo iba a regresar también con una abuela, con amigos, como los Torrielli y con un padre, cuando Sofi se case con Ian. Sin duda, ese día era uno, para marcar en el calendario. Un evento especial.

 

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