Eran más o menos las nueve de la noche cuando Harris arribo a la carretera principal mientras que esta vez a diferencia de unas pocas horas atrás aquel conducía con algo de calma. Sí, habíamos logrado salir ilesos de aquel infierno, aunque Milena era notable que estaba bastante disgustada. Una vez arribamos al auto prácticamente como un alma sin vida allí se quedó, en tanto se acomodó de manera tal que su cuerpo aparentaba reposar como en cual cómodo lecho, mientras sus ojos se perdían en la imagen que a través de la ventana del auto contemplaba. Aunque de ella no salía nada que pudiera asociar a ello, yo sabía que estaba llorando, era lo menos que podía hacer tras ver como a quien llamo amiga durante tanto tiempo había terminado de perder la cabeza frente a ella e incluso había intentado matarla. Callado meramente la contemplaba como si Milena fuera lo único visible para mí en el mundo y lo único que realmente sentía que debía ahora de cuidar. Con un simple gesto y habiendo
Pretendía marcharme para continuar mis tareas, ya que entendía que Milena necesitaba su privacidad, cuando el roce sutil de sus dedos contra mi mano la cual alcanzo no muy bien me di la espalda me hicieron volverme para contemplarla. Con un — ¿A dónde vas? — me dejo bien en claro que mi presencia no presumía molestia para ella y probablemente incluso podía decir que había empezado a agradarle de buena manera. — Iré a terminar la cena, así que no te preocupes, no te molestare puedes ducharte tranquilamente. — Que bueno que lo dices me da tranquilidad el saber que no estarás fisgoneando. Queriendo molestarme pretendió comentar aquello mientras una sonrisa se enmarcaba a lo largo de la comisura de sus labios, fue sin dudas una provocación directa pero sorprendentemente de mí no salió nada más allá que una sonrisa junto a un — dúchate bien o le diré a la abuela que aún no lo sabes hacer. Dije aquello pretendiendo devolver el juego que no se apartaba más allá de eso, por lo que, s
La vida no siempre es color de rosa, y en algunos casos nos toca padecer vicisitudes desde a muy temprana edad, a pesar de que como niños deberíamos ser protegidos, amados y resguardados de todo el mal existente en el mundo, por situaciones ajenas a nuestra propia voluntad terminamos envueltos a fin de cuentas en cosas de adultos que en realidad no nos competen y en eso el joven Richmond es el mejor ejemplo de tan fatídica situación. La familia Richmond es una de las más conocidas en toda la zona de Orlando estos son dueños de una gran parte de la ciudad sin mencionar que son una de las más adineradas de toda la zona, poseen en la palma de su mano cuanto pudieras llegar a desear; autos lujosos, compañías, academias, bares, restaurantes, hoteles etc., todo absolutamente todo a su entera disposición, sin contar claro esta cada uno de los caprichos que desean, pero, para conseguir tales logros se es necesario el hacer a un lado una parte importante de su día a día como lo es la familia
Me encuentro observando a través de la ventana desde lo alto del edificio del grupo Argoni donde se encuentra mi oficina en el piso número once, muy atento a la vista que se cierne delante de mí la cual siempre me infunde mucha calma y placer embobándome con lo hermosa que puede llegar a ser. — Señor Richmond — aquella voz resuena con bastante firmeza ante mi sorpresa, pues para aquel momento desconocía por completo que allí se encontraba otra persona junto a mí, provocando que rápidamente producto de aquello me volviese hasta el lugar de donde procedía aquel sonido. — Chris, santo cielos un día de estos terminaras matándome del susto con lo sigiloso que eres — dije tras sentirme vulnerable producto de aquello. — Lo siento señor. Christian Morcón a quien todos llamamos Chris, es mi mano derecha, un ex militar que ahora se dedica a realizar trabajos sencillos de oficina, claro hablando entre comillas. Es un hombre leal, astuto, audaz y fiel, no le tiembla el p
Por todos los medios intenté detenerle, pero no pude, buscaba la forma de soltar su agarre de mi mano, pero no había forma, por más que lo intentase nuestras manos permanecían unidas así que ya sin fuerzas deje de luchar y en vez de pelear me resigne a seguirla. La persona que me sostenía de la mano era una chica y no una cualquiera, sino la misma que siempre se aparece en mis sueños curiosamente siempre que tengo una pesadilla como cual gritó de ayuda. Aquella no es muy alta, es de compleción media, pero de una larga cabellera negra quien llevaba un vestido blanco de mangas finas, el intentar ver su rostro fue algo imposible de ver pues constantemente evitaba ser vista por mí quien la contemplaba lleno de dudas preguntándome incesantemente — ¿Quién puede ser esta chica? A pesar de todas mis dudas durante años aquel momento se convirtió en uno completamente mágico para mí y por primera vez luego de mucho tiempo las pesadillas habían sido modificadas por un sueño sereno en donde ella
Dormir es uno de los mejores placeres que en la vida se pueda experimentar, pero que pocos pueden completamente disfrutar de tal acto en su totalidad. El sol ha empezado a elevarse en el firmamento dándole la bienvenida a tan esperada mañana, mientras yo aun permanezco soñando envuelto en este mundo de fantasía, mi conciencia no quiere apartarse de las imágenes que en ella se hacen notar al encontrarse de nuevo con aquella chica que conmociona todo de mí y quien provoca con gran interés mi curiosidad. Me encontraba completamente dormido presenciando el inicio de aquella nueva representación creada por mi mente sumergido en medio de la oscuridad, cuando inesperadamente la luz dentro de mi conciencia se hizo notar iluminando todo a su paso tras encontrarme envuelto en una horrible pesadilla, una de las tantas que usualmente suelen atormentarme y allí ella apareció. Aquella como humo se instaló frente a mi disipando todo lo malo que pudiera surgir, en tanto como pude rápidamente me aba
Los ojos de aquella se iluminaron instantáneamente, sabía que aquellas palabras habían sido gratamente recibidas por ella, en tanto, aunque aquella quería saltar de evidente emoción simplemente no lo hacía, mi tendencia a ser gruñón y frío me ha formado una mala imagen entre mis empleados imagen que acepto en totalidad y por lo que estimo que la actitud de Anni no resultara ser tan explosiva como yo esperaba más sin embargo solo se limitó a decir. — Mil gracias señor no imagino lo mucho que le agradezco esto. — No hay de que Anni, solo te pido que tengas cuidado y procura cerrar bien antes de irte. — Claro señor esto téngalo por su seguro — y así habiendo reafirmado aquello con evidente emoción aquella se dedico a terminar sus deberes en aquella cocina. Miró el reloj que con especial rapidez marca las siete treinta de la mañana, me pongo de pie y me dirijo de nuevo hasta mi habitación con rumbo al cuarto de baño para asear mis dientes y ya listo con un aliento fresco y agradab
Es bastante temprano, apenas las primeras horas de la mañana se encuentran siendo marcadas en el reloj mientras que las agujas indican con fervor que son las seis y veinte minutos. Antes de que el bullicio de la ciudad se haga escuchar sin tregua alguna disfrutando meramente de la suave brisa de la mañana se encuentra Milena en plena actividad matutina, mientras resuenan en sus sentidos a través de los audífonos un repertorio musical bastante variado y sobre todo enérgico donde el rap, el hip hop y la música electrónica relucen con toda vibra. Como es de costumbre ella ya se encuentra despierta corriendo alrededor del parque Ángeles, una zona recreativa localizada en pleno centro de los apartamentos que conforman el residencial Larus quien se encuentra localizado casi a la salida de la ciudad de Orlando. Tal sitio se mantiene la mayor parte del tiempo abierto a todo público por lo que por lo general se encuentra abarrotado de personas que al igual que ella dan inició a su día realiz