A pesar de ser un día tan movido recibir aquella invitación tan inesperada y casi de manera obligatoria por parte de Christian sin dudas alegro grandemente mi vida cuando en medio de aquellos pasillos encontré a la figura de la persona por la que ahora estaría dispuesto a mover cielo y tierra de ser necesario. Su figura entallada en aquel uniforme que delimitaba con énfasis los puntos más llamativos de todo su cuerpo la hacían ver tan hermosa y tan perfectamente curvilínea, que por un momento me hacía dudar respecto a que si realmente era ella o se trataba de otra persona quien a lo lejos yo contemplaba. La emoción que aquello me produjo me hizo caminar en su búsqueda y romper con ello su espacio personal mientras se encontraba dando la espalda hacía la dirección en la que yo me encontraba para aquel instante. Escucharme llamar por su nombre fue sin dudas sinónimo de sorpresa para ella, su mirada perpleja y su boca semi abierta me lo dejaron bien en claro una vez que descubrí su
Y tal como debía de suceder Christian y yo arribamos al tercer nivel con evidente prontitud. Una vez el ascensor se abrió y el pasillo se abrió ante nuestros ojos buscar aquel apartamento indicado con el número que aquella señora me dio a conocer fue mi tarea principal. Por lo cual, habiendo girado a la derecha tal y como aquella indico a unos quince metros la puerta con el número trescientos siete en la distancia se mostró. Inmediatamente la descubrí acercarme fue lo primero que busqué hacer pues la ansiedad de verla de nuevo me ganaba con creces. — Disminuye tu intensidad, no vez que actúas como loco — cuestiono de pronto mi acompañante. Christian estaba realmente incomodo con la situación era evidente, por lo que intento gradualmente detenerme, pero ya que me encontraba allí simple y llanamente yo no podía hacerlo, encontrarla era mi prioridad pues un extraño presentimiento en mi me inquietaba y de algún modo me hacía sentir sumamente temeroso. Por lo que, habiéndolo hecho
Eran más o menos las nueve de la noche cuando Harris arribo a la carretera principal mientras que esta vez a diferencia de unas pocas horas atrás aquel conducía con algo de calma. Sí, habíamos logrado salir ilesos de aquel infierno, aunque Milena era notable que estaba bastante disgustada. Una vez arribamos al auto prácticamente como un alma sin vida allí se quedó, en tanto se acomodó de manera tal que su cuerpo aparentaba reposar como en cual cómodo lecho, mientras sus ojos se perdían en la imagen que a través de la ventana del auto contemplaba. Aunque de ella no salía nada que pudiera asociar a ello, yo sabía que estaba llorando, era lo menos que podía hacer tras ver como a quien llamo amiga durante tanto tiempo había terminado de perder la cabeza frente a ella e incluso había intentado matarla. Callado meramente la contemplaba como si Milena fuera lo único visible para mí en el mundo y lo único que realmente sentía que debía ahora de cuidar. Con un simple gesto y habiendo
Pretendía marcharme para continuar mis tareas, ya que entendía que Milena necesitaba su privacidad, cuando el roce sutil de sus dedos contra mi mano la cual alcanzo no muy bien me di la espalda me hicieron volverme para contemplarla. Con un — ¿A dónde vas? — me dejo bien en claro que mi presencia no presumía molestia para ella y probablemente incluso podía decir que había empezado a agradarle de buena manera. — Iré a terminar la cena, así que no te preocupes, no te molestare puedes ducharte tranquilamente. — Que bueno que lo dices me da tranquilidad el saber que no estarás fisgoneando. Queriendo molestarme pretendió comentar aquello mientras una sonrisa se enmarcaba a lo largo de la comisura de sus labios, fue sin dudas una provocación directa pero sorprendentemente de mí no salió nada más allá que una sonrisa junto a un — dúchate bien o le diré a la abuela que aún no lo sabes hacer. Dije aquello pretendiendo devolver el juego que no se apartaba más allá de eso, por lo que, s
La vida no siempre es color de rosa, y en algunos casos nos toca padecer vicisitudes desde a muy temprana edad, a pesar de que como niños deberíamos ser protegidos, amados y resguardados de todo el mal existente en el mundo, por situaciones ajenas a nuestra propia voluntad terminamos envueltos a fin de cuentas en cosas de adultos que en realidad no nos competen y en eso el joven Richmond es el mejor ejemplo de tan fatídica situación. La familia Richmond es una de las más conocidas en toda la zona de Orlando estos son dueños de una gran parte de la ciudad sin mencionar que son una de las más adineradas de toda la zona, poseen en la palma de su mano cuanto pudieras llegar a desear; autos lujosos, compañías, academias, bares, restaurantes, hoteles etc., todo absolutamente todo a su entera disposición, sin contar claro esta cada uno de los caprichos que desean, pero, para conseguir tales logros se es necesario el hacer a un lado una parte importante de su día a día como lo es la familia
Me encuentro observando a través de la ventana desde lo alto del edificio del grupo Argoni donde se encuentra mi oficina en el piso número once, muy atento a la vista que se cierne delante de mí la cual siempre me infunde mucha calma y placer embobándome con lo hermosa que puede llegar a ser. — Señor Richmond — aquella voz resuena con bastante firmeza ante mi sorpresa, pues para aquel momento desconocía por completo que allí se encontraba otra persona junto a mí, provocando que rápidamente producto de aquello me volviese hasta el lugar de donde procedía aquel sonido. — Chris, santo cielos un día de estos terminaras matándome del susto con lo sigiloso que eres — dije tras sentirme vulnerable producto de aquello. — Lo siento señor. Christian Morcón a quien todos llamamos Chris, es mi mano derecha, un ex militar que ahora se dedica a realizar trabajos sencillos de oficina, claro hablando entre comillas. Es un hombre leal, astuto, audaz y fiel, no le tiembla el p
Por todos los medios intenté detenerle, pero no pude, buscaba la forma de soltar su agarre de mi mano, pero no había forma, por más que lo intentase nuestras manos permanecían unidas así que ya sin fuerzas deje de luchar y en vez de pelear me resigne a seguirla. La persona que me sostenía de la mano era una chica y no una cualquiera, sino la misma que siempre se aparece en mis sueños curiosamente siempre que tengo una pesadilla como cual gritó de ayuda. Aquella no es muy alta, es de compleción media, pero de una larga cabellera negra quien llevaba un vestido blanco de mangas finas, el intentar ver su rostro fue algo imposible de ver pues constantemente evitaba ser vista por mí quien la contemplaba lleno de dudas preguntándome incesantemente — ¿Quién puede ser esta chica? A pesar de todas mis dudas durante años aquel momento se convirtió en uno completamente mágico para mí y por primera vez luego de mucho tiempo las pesadillas habían sido modificadas por un sueño sereno en donde ella
Dormir es uno de los mejores placeres que en la vida se pueda experimentar, pero que pocos pueden completamente disfrutar de tal acto en su totalidad. El sol ha empezado a elevarse en el firmamento dándole la bienvenida a tan esperada mañana, mientras yo aun permanezco soñando envuelto en este mundo de fantasía, mi conciencia no quiere apartarse de las imágenes que en ella se hacen notar al encontrarse de nuevo con aquella chica que conmociona todo de mí y quien provoca con gran interés mi curiosidad. Me encontraba completamente dormido presenciando el inicio de aquella nueva representación creada por mi mente sumergido en medio de la oscuridad, cuando inesperadamente la luz dentro de mi conciencia se hizo notar iluminando todo a su paso tras encontrarme envuelto en una horrible pesadilla, una de las tantas que usualmente suelen atormentarme y allí ella apareció. Aquella como humo se instaló frente a mi disipando todo lo malo que pudiera surgir, en tanto como pude rápidamente me aba