CAPITULO 28

LETICIA

Habían pasado un par de días desde nuestra irritante discusión en el yate y el retraído estado de ánimo de Alessandro me resultaba insoportable. Me sentía apartada, como si no existiera para él.

Esa tarde, para evitar un incómodo y largo momento de toleración mutua, pasé un largo rato preparándome para la cena, tomando un baño de una hora y dedicando a mí pelo mucho más tiempo de lo habitual. Escogí un vestido gris que iba a tono con su estado de ánimo y, cuando bajé al comedor, el padre de Alessandro no estaba.

—¿Se encuentra bien el señor Kostas? —le pregunté a Adara, quien parecía sumamente preocupada.

—Tuvo una pequeña descompensación. El médico lo está revisando —explicó—. Creo que ha sido la emoción por los preparativos de tu boda lo que le ha ocasionado un excedente emocional —sonrió para calmarme—. Se pondrá bien.

—¡Cómo si fuera la gran cosa! —se inmiscuyó Leah en la conversación.

—Por primera vez has algo sensato y guarda silencio, Leah —le aconsejó Adara a su cuñad
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