Capítulo 86. Confesión ajena

Bianca cerró la puerta detrás de Irina, se cruzó de brazos y miró a Alex con una mezcla de curiosidad y desdén.

— ¿Qué le pasa a Irina? —Preguntó, su tono cargado de sospecha—. Se veía como si hubiera estado llorando. ¿Acaso está destrozada porque nos vio besándonos antes?

Alex frunció el ceño, claramente molesto. Dio un paso hacia Bianca, manteniendo la calma, pero con una firmeza que esperaba no dejara lugar a duda.

—Bianca, esas son ideas tuyas —respondió con voz grave—. No hay nada entre Irina y yo. Te lo he dicho antes, y te lo repito: sácate eso de la cabeza.

Bianca arqueó una ceja, sin estar completamente convencida. Alex sabía que ella era muy suspicaz.

—¿Ah, sí? Entonces explícame ¿Por qué parece que el mundo se le vino abajo? No soy tonta, Alex.

Alex suspiró, pasándose una mano por el cabello, un gesto que Bianca conocía bien.

—Irina está lidiando con cosas, y ni siquiera tienen que ver conmigo —dijo, tratando de mantener la conversación lo más neutral p
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