Eran poco más de las tres de la mañana y en la mansión Salvatore se alistaban para la hora de la verdad.

—Olga, ¿estás segura de esto? —Preguntó Alex—. Nikolay está tramando una trampa, sabemos que no tiene a Rachel y no nos ha llamado.

—Claro que planea llevarme sin dar nada a cambio —respondió Olga tranquila—, es su naturaleza obtener sin dar nada de sí. Lo mejor que pudo pasar fue que Rachel pudiera escapar.

—Gracias a Dios, Rachel está a salvo —celebró Irina—. Pero Santiago está suelto.

—Ese malviviente debe estar muerto, desangrado en algún lugar del muelle —espetó Alex.

En ese momento las luces de un auto iluminaron las ventanas, Alex fue a abrir la puerta a Richard.

— ¿Todo bien con Marco? —Preguntó Alex.

Richard afirmó lentamente con la cabeza.

—Es normal que estuviera molesto, pero me despachó demasiado rápido, creo que ya no confía en mí.

— ¿Será que esto terminará pronto? —Preguntó Irina con un hilo de voz—. Se supone que nos uniríamos para acaba