Capítulo 59. Pacto en la Sombra
La noche había caído sobre la fortaleza, silenciosa y pesada como una manta húmeda. Los centinelas patrullaban en silencio, y el murmullo del viento colándose entre las almenas era el único sonido. Joseph se deslizó entre las sombras del patio interno, siguiendo las indicaciones que Soriana le había dejado: “Después de la cena, detrás del establo viejo.”
Allí estaba ella, de pie, envuelta en una capa oscura. La luna delineaba su perfil, resaltando la frialdad calculada de su rostro.
—Llegaste —dijo Soriana sin volverse, como si hubiera sentido su presencia antes de verlo.
—No suelo deber favores —respondió Joseph, con voz baja—. Pero… lo que hiciste en el Consejo no lo olvidaré.
Soriana giró, su sonrisa apenas visible.
—No fue un favor. Fue una jugada. Pero me alegra que ahora lo entiendas.
Joseph se cruzó de brazos, estudiándola con recelo.
—No te di ninguna respuesta cuando estaba aún en la celda. No te creí. Pero después de lo de hoy… quizá tengas razón. Alina… no la reconozco.
—