Capítulo 28. El lago
Pasaron un par de días sin que Alina viera demasiado a Devon para su completa decepción pero esa noche que se desplegaba como un manto oscuro de terciopelo sobre los árboles del bosque, mientras la luna llena colgaba en lo alto como un faro ancestral, todo estaba a punto de cambiar.
El silencio era profundo, interrumpido solo por el crujido de las hojas bajo la ventana de Alina. Vestía un abrigo de lana, pero el frío no la incomodaba. Había algo distinto en el aire, como si la manada misma contuviera la respiración mientras ella observaba.
Devon apareció de repente bajo su ventana con movimientos ágiles y tranquilos. No llevaba capa, ni abrigo, solo su camisa abierta y sus pantalones oscuros, como si no sintiera el viento helado que atravesaba la arboleda.
—¿Quieres venir conmigo a pasear esta noche? —preguntó con voz serena, pero cargada de intención.
Ella bajó la mirada. No sabía exactamente a qué se refería, pero asintió con un pequeño gesto, y poco después estuvo junto a él deján