Capítulo 120. Confrontación
El cerco se cerraba como un nudo de hierro. Los Darkfang, empapados de sudor, sangre y niebla, ya no podían mantener la formación. Devon atravesaba el campo de batalla como un depredador, su espada siempre encontrando el hueco exacto, siempre un paso por delante.
Fue entonces cuando lo vio.
El líder enmascarado se abría paso con una furia ciega, derribando a cualquiera que se interpusiera. El choque de sus espadas resonaba incluso entre el clamor de la batalla. Devon supo que había llegado el momento.
—¡Darkfang! —bramó, señalando al enmascarado con la punta de su espada—. ¡Tu hora ha llegado! ¡Pagarás por todos tus crímenes!
El líder se giró hacia él, inmóvil por un segundo. Luego comenzó a caminar despacio, como si la multitud de combatientes se desvaneciera a su alrededor. Se encontraron en un claro improvisado, rodeados de hombres que retrocedían para dar espacio a lo inevitable.
—Devon… —la voz de Darkfang era grave, cargada de odio—. Al fin nos miramos cara a cara.
—No es la pri